Cerca de 450.000 personas en España podrían sufrir autismo

Los primeros síntomas del trastorno del espectro autista, que afecta a la comunicación, a la interacción social y al comportamiento, comienzan a mostrarse entre los 12 y 18 meses de edad. Sin embargo, aunque los síntomas ya demuestran un desarrollo diferente al resto de niños, muchos padres no los reconocen hasta que no empiezan a hablar a la edad habitual, por lo que el diagnóstico tiende a retrasarse hasta después de los tres años. A pesar de no contar en España con un censo oficial de personas con este trastorno, se estima que alrededor de 450.000 personas lo padecen, por lo que la concienciación sobre esta enfermedad es indispensable. 

La detección temprana del autismo es crucial para poder proporcionar a los niños y sus familias el apoyo y tratamiento necesarios. Cuanto antes se detecte, mayores son las posibilidades de mejorar el desarrollo y la calidad de vida del niño. Además, también permite a las familias prepararse para el futuro, conseguir más recursos y apoyo y fomentar una mejor comprensión y aceptación de este trastorno. 

Principalmente, los síntomas tempranos se observan en las habilidades sociales, en la capacidad de comunicación y en el comportamiento que presentan como conductas repetitivas y obsesivas. Estos son algunos de los síntomas más habituales que presentan estos niños para una detección temprana: 

·         No responden al nombre o parecen no escuchar.

·         No mantienen contacto visual y evitan mirar directamente a otras personas.

·         Carecen de expresiones faciales como de felicidad, tristeza, enojo y sorpresa.

·         Realizan movimientos repetitivos como balanceos, giros o movimientos con las manos.

·         Se irritan y molestan fácilmente con los cambios mínimos.

·         No expresan emociones ni sentimientos y parecen no ser conscientes de los sentimientos de otras personas.

·         Tienen dificultades o retrasos con el lenguaje.

En la detección y tratamiento de esta enfermedad hay que destacar el papel de la medicina personalizada de precisión que contribuye a profundizar en el estudio de los factores genéticos y ambientales que están asociados a la aparición del autismo, desde las mutaciones en los genes asociados directamente al desarrollo del cerebro hasta factores como la edad de los padres, la nutrición o la exposición a determinados fármacos. Estos factores conllevan a que cada niño cuente con una combinación única que determina el nivel de gravedad de su caso y, por ende, la necesidad de abordarlo de manera personalizada. 

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