Por Juan García
28 de mayo de 2025Desde el párkinson o el alzhéimer a todo el abanico de trastornos psicológicos y psiquiátricos, en el cerebro se encuentran las “raíces profundas” de multitud de patologías, según ha señalado la secretaria general de investigación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, Eva Ortega. La necesidad de mejorar el diagnóstico temprano y la prevención, paliar las inequidades, reducir los costes asociados al abordaje de estas patologías y el fomento de la investigación son los principales objetivos con los que nace el Plan Español del Cerebro. Una alianza de sociedades científicas, profesionales y con el respaldo del Ministerio de Sanidad para poner orden y aumentar la coordinación entre profesionales e instituciones en materia de conocimiento científico y clínico sobre el cerebro.
Aunque existe un vasto y creciente conocimiento sobre los mecanismos, biomarcadores y conexiones que hacen funcionar al cerebro, la falta de estrategias aglutinantes sobre esta información y avances dificulta mejorar el abordaje y la prevención de la salud cerebral. Por ello, desde el Consejo Español del Cerebro ha promovido esta iniciativa para, en palabras de su presidenta Mara Dierssen, “impulsar y mejorar la atención a los pacientes a través de la evidencia científica”. La dirigente del Ministerio de Universidades, por su parte, ha subrayado que el plan pretende “elevar la prioridad política de la salud cerebral” como “uno de los mayores retos sociosanitarios de nuestro tiempo”.
El director general de salud pública del Ministerio de Sanidad, Pedro Gullón, ha destacado que este plan se centra en el aspecto preventivo y en la calidad asistencial de forma multifactorial, “teniendo en cuenta todos los determinantes en salud”. “Ya no pensamos solo en poner nuevos tratamientos, sino en los cuidados de las personas. Esto es también lo que tenemos que hacer con el cerebro y la salud mental”, ha expresado. Además, ha recalcado la oportunidad que brinda el momento actual, en el que está creciendo la concienciación sobre salud mental, para aunar esfuerzos e incorporar “nuevas formas de tratamiento, cuidado y diagnóstico”.
Durante la presentación del plan también se han aportado cifras de cómo afectan estas patologías a la población española. El presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), el doctor Tomás Cobo, ha señalado que hasta 21 millones de personas en España (el 43% de la población) tienen algún tipo de trastorno cerebral, convirtiendo a estas patologías en la primera causa de mortalidad y la segunda de muerte en el país.
La presidenta de la Comisión Nacional de Psiquiatría Infanto-Juvenil, Mara Parellada, ha desgranado los cinco ejes que componen el plan. En primer lugar, ha apuntado a la necesidad de recopilar datos para “conocer la situación en la que estamos” ante la falta de registros unificados de prevalencia, continuidad o ensayos clínicos de estos trastornos. Para ello, el plan propone la creación de un observatorio ibérico de patología cerebral.
El segundo eje es impulsar la atención clínica, el diagnóstico y el tratamiento con una mejora de la atención temprana. A este respecto, Dierssen ha recalcado que hasta un 30% de las alteraciones cerebrales se podrían “evitar con una buena prevención”. El plan busca así romper las barreras de inequidad para que “el acceso a tratamientos y diagnósticos no dependa del código postal”.
Otro de los objetivos fundamentales es promover la investigación neurocientífica a través de una infraestructura nacional con plataformas de datos y vías que fomenten la comunicación entre profesionales. Un estudio que, según han resaltado los ponentes, debe poner el acento en la investigación traslacional para llevar los hallazgos del laboratorio a la práctica clínica.
Los dos últimos ejes de este plan pasan por promover y prevenir el cuidado de la salud cerebral, algo para lo que las entidades participantes quieren contar con una visión multidisciplinar que englobe a profesionales sanitarios, científicos, instituciones y pacientes.
Estas afecciones tienen implicaciones no solo para los pacientes, sino también para sus seres queridos y su entorno. En cuanto al impacto económico, los ponentes lo han cifrado en un 8% del PIB entre los costes sanitarios de su atención y la repercusión sobre la actividad económica en términos de productividad y otros factores.
Desde las entidades que han dado luz este plan destacan que se trata de un “compromiso” con la sociedad que el Estado debe asumir como “urgente” para “garantizar que ninguna persona se quede atrás por motivos geográficos, económicos o sociales”.