
Por Medicina Responsable
29 de octubre de 2025El 57% de los pacientes de ictus considera que su rehabilitación fue insuficiente o interrumpida antes de tiempo, y más del 70% afirma haber experimentado cambios emocionales profundos, marcados por la ansiedad, la tristeza y el miedo a recaer. Por ello, sus propios familiares se ven obligados a tomar las riendas y hacer de cuidadores, renunciando a su trabajo o reduciendo su jornada laboral en seis casos de cada diez.
Estos datos han sido extraídos del nuevo Informe ICTUS 2025, elaborado por la Fundación VISIBLE y publicado con motivo del Día Mundial del Ictus. De esta forma, el estudio evidencia el papel fundamental de los cuidadores de las personas que han sufrido accidentes cerebrovasculares y visibiliza el enorme impacto emocional, social y económico que supone esta enfermedad tanto para los pacientes como para sus familias.
El Informe ICTUS 2025 recoge los testimonios de pacientes y familiares que describen cómo el derrame cerebral transforma radicalmente la vida cotidiana y da continuidad al trabajo iniciado el año anterior para visibilizar la vida después del ictus. Entre estos, el 85% de los encuestados reconoce haber perdido independencia y necesitar ayuda para tareas básicas, mientras que muchos cuidadores, en su mayoría mujeres, aseguran vivir agotamiento físico y emocional.
El estudio pone de relieve el peso invisible de la recuperación: la pérdida de autonomía, el desgaste emocional y el impacto económico que acompañan a la enfermedad. Los cuidadores hablan de agotamiento, soledad y falta de apoyo. Los pacientes, de miedo, culpa y una dependencia que cambia las relaciones, los ritmos y las prioridades. No ser autónomo, explican, “es un peso demasiado grande para todos”. “Sales del hospital sin saber qué hacer. Nadie te explica cómo cuidar, ni cómo seguir”, resume Cristina, una de las cuidadoras entrevistadas.
El estudio también subraya las desigualdades territoriales y económicas en el acceso a la rehabilitación: solo una minoría ha podido continuar terapias privadas, y el 48% afirma no disponer de ayudas técnicas suficientes en casa. En este sentido, la Fundación VISIBLE advierte de que el ictus “no termina con el alta hospitalaria”, sino que marca el inicio de una nueva vida donde los pacientes y sus familias necesitan acompañamiento, continuidad y herramientas reales para reconstruir su día a día.
Según la World Stroke Organization, el ictus sigue siendo la segunda causa de muerte en el mundo, con más de 7 millones de fallecimientos anuales, y la tercera causa de discapacidad combinada. Además, el coste económico global supera los 890.000 millones de dólares y podría duplicarse antes de 2050, lo que subraya la urgencia de avanzar en prevención y rehabilitación.