Por Juan García
12 de abril de 2024El número de personas con diabetes pasó de 108 millones en 1980 a 422 millones en 2014, según apunta la Organización Mundial de la Salud. Desde entonces, se han producido numerosos avances terapéuticos y farmacológicos que han mejorado la calidad de vida de estos pacientes, pero los expertos no se cansan de repetir que la promoción de hábitos de vida saludables es la regla de oro para el control de los niveles de glucosa en sangre que se desregulan con la diabetes.
Ejercicio físico y una dieta saludable son fundamentales para el control de la enfermedad en todas las etapas de la vida, tal y como se ha puesto de manifiesto en el XXXV Congreso de la Sociedad Española de Diabetes (SED). Jonatan Ruiz, profesor de Ciencias del Deporte en la Universidad de Granada y coordinador del Grupo de Trabajo de Ejercicio Físico de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), señala que “realizar ejercicio es como tomar una ‘píldora’ milagrosa diseñada para disminuir los niveles de glucosa en la sangre”. Una “píldora” que, según destaca Ruiz, no tiene efectos secundarios negativos “cuando se programa de forma adecuada”, ofreciendo un amplio espectro de beneficios adicionales para la salud.
La clave para maximizar los beneficios del ejercicio radica en la planificación y personalización del programa de entrenamiento. “No existe una fórmula única que funcione para todas las personas. Lo que es efectivo varía significativamente de una persona a otra, dependiendo de factores como la edad, el nivel de condición física, las condiciones de salud y los objetivos personales”, afirma este experto. Un aspecto “tan crucial como la medicación” que, en casos de diabetes tipo 2, especialmente si está relacionada con la obesidad, puede llevar a la remisión de la enfermedad.
No se trata de llegar a la extenuación en el gimnasio o hacer complicados ejercicios, la clave es comenzar a hacerlo y mantener la motivación, según subraya el profesor Ruiz. “Hacer alguna actividad física es siempre mejor que no hacer nada, y más es mejor que menos”, señala. Otro aspecto a destacar a la hora de hacer ejercicio para personas diabéticas es la monitorización de la glucosa “para evitar episodios de hipoglucemia o hiperglucemia durante o después del ejercicio. Algo que puede requerir ajuste en la medicación o en la ingesta de carbohidratos, siempre bajo la guía de un profesional de la salud.
Este ejercicio adaptado a cada individuo se indica para todo tipo de pacientes, incluso embarazadas, ya que puede ayudar a prevenir la diabetes gestacional, un factor de riesgo tanto para la madre como para el bebé.
La investigadora del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM) ha destacado en su conferencia la importancia del patrón nutricional. “Parece ser que una dieta rica en vegetales y baja en grasas animales podría disminuir el riesgo de desarrollo de diabetes” y ayudar en la “regulación de los niveles de glucosa en estadios previos a la diabetes”.
Y es que, “a pesar de las mejoras en los tratamientos, la DM2 representa un serio problema de salud con importantes costes para los sistemas sanitarios, por lo que la detección precoz de sujetos en riesgo, así como el abordaje temprano de sus síntomas, resultan fundamentales para retrasar su aparición y evitar el desarrollo de futuras complicaciones”.
En línea con favorecer la detección temprana, las investigaciones realizadas en el seno del estudio [email protected], un ensayo con 7.5 años de seguimiento realizado en todo el territorio nacional, han contribuido a la identificación de potenciales biomarcadores tempranos asociados al riesgo de aparición de esta enfermedad y alteraciones asociadas en España.
Entre ellos se encuentran perfiles de metabolitos, es decir, sustancias que el cuerpo elabora o usa cuando descompone los alimentos, los medicamentos o su propio tejido como la grasa o el tejido muscular. También se identifican como posibles indicadores del desarrollo de estas patologías metabólicas factores epigenéticos, dietéticos, de estilos de vida o incluso medioambientales (partículas contaminantes).
Estos indicadores tempranos, a juicio de la investigadora del CIBERDEM, “son de utilidad en la evaluación del riesgo de desarrollo de DM2 y abren la posibilidad a nuevas estrategias de prevención y como dianas terapéuticas”; sin embargo, según reconoce, “son necesarias investigaciones orientadas a su validación clínica y analítica antes de que puedan llegar a ser utilizados en la práctica clínica”.