Por Medicina Responsable
26 de febrero de 2025Los linfomas son un tipo de cáncer hematológico que afecta al sistema linfático, el cual juega un papel fundamental en el correcto funcionamiento del sistema inmunitario. Entre estos linfomas, los cerebrales son una variedad especialmente poco frecuente, representando en torno a un 4% de los tumores intracraneales y entre el 1-2% de todos los linfomas.
El linfoma cerebral está formado por un grupo de linfocitos patológicos que se asientan y proliferan en el sistema nervioso central, provocando síntomas neurológicos como alteraciones de la visión, el habla o crisis convulsivas. Según explica el doctor Javier Cornago, doctor en el servicio de hematología del Hospital Ruber Internacional y el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, este tumor afecta “casi siempre al cerebro, pero, en ocasiones, también puede aparecer a nivel del cerebelo o la médula espinal". Además, el paciente puede padecer náuseas, vómitos y dolor de cabeza, debido al aumento de la presión intracraneal por el crecimiento del tumor.
Como en cualquier otro tumor, la edad es el principal factor de riesgo, aunque también se sabe que hay un aumento de la incidencia entre personas con VIH. No obstante, no se conocen “otras causas directamente vinculadas con esta enfermedad”, apunta el doctor.
Su baja incidencia dificulta la realización de un diagnóstico temprano, según señala el doctor Cornago. Una vez detectados los primeros síntomas, se realizan pruebas de imagen cerebral, como un escáner y una resonancia magnética. El hematólogo destaca que la biopsia es la forma de confirmar que se trata de esta enfermedad y no de otros tumores cerebrales. Otro factor a descartar es que se trate de un accidente cerebrovascular como ictus isquémico o hemorrágico.
Una vez detectado ese linfoma, es importante la realización de una tomografía por emisión de positrones (PET-TC) para comprobar que no existe afectación del tumor a otros niveles.
En fase temprana, la terapia hormonal con corticosteroides (un tipo de hormonas que regulan las funciones cardiovasculares, metabólicas, inmunológicas y homeostáticas) provocan resultados favorables rápidamente “porque disminuyen discretamente la lesión cerebral y el edema asociado”. Sin embargo, el doctor Cornago matiza que esta respuesta “no es duradera ni supone un tratamiento definitivo”.
La quimioterapia es el eje del tratamiento, frente a otros tumores cerebrales que se pueden operar, algo que no es útil en el caso del linfoma cerebral. La administración de fármacos mediante la quimio es capaz de “atravesar la barrera hematoencefálica y penetrar dentro del sistema nervioso central para ejercer su efecto sobre el linfoma", apunta el especialista del Ruber Internacional.
La radioterapia aplicada en el cerebro es otra posible vía de abordaje de esta enfermedad, aunque no es un remedio curativo y puede causar alteraciones en pacientes mayores, como demencia. Por ello, "su indicación debe individualizarse según las características de cada persona".
Para los pacientes que no responden positivamente a la quimioterapia, la protonterapia o la participación en ensayos clínicos con células CAR-T son las terapias con más potencial para combatir esta enfermedad.
Desde el Servicio de Hematología del Hospital Ruber Internacional, destacan la importancia del abordaje multidisciplinar para obtener un “diagnóstico rápido y certero y diseñar el mejor esquema terapéutico”.
En el campo de la hematología, la mejora de las técnicas diagnósticas y terapéuticas de la mano de la innovación permite albergar “esperanzas” frente a un tipo de tumor raro y del que aún falta por saber.