
Por Virginia Delgado
23 de octubre de 2025El lupus eritematoso sistémico (LES) es una enfermedad autoinmune crónica, lo que quiere decir que el mecanismo de defensa del cuerpo se ataca a sí mismo. Una respuesta que provoca inflamación y daño en las articulaciones, en los músculos y en otros órganos. En España, se estima que la sufre el 0,21% de la población; un 90% mujeres entre 15 y 55 años.
El tratamiento del LES suele requerir glucocorticoides (GC) debido a sus potentes efectos antiinflamatorios e inmunosupresores. Sin embargo, el uso prolongado de estos fármacos se asocia con complicaciones graves como infecciones, osteoporosis, necrosis avascular, cataratas y diabetes. Y esto es lo que está sucediendo en nuestro país.
El estudio prospectivo longitudinal internacional SPOCS, realizado entre 2017 y 2019, ha comprobado que el subgrupo español analizado (integrado por 99 pacientes) a menudo tomaba GC por encima de la dosis internacional recomendada, es decir, más de cinco miligramos al día.
“Es fundamental optimizar las terapias ahorradoras de glucocorticoides, como los biológicos e inmunosupresores, para lograr un control sostenido de la enfermedad y proteger la salud a largo plazo”, ha explicado la doctora Ana Isabel Turrión, reumatóloga pediátrica del Hospital Universitario de Salamanca.
Por su parte, Ana Pérez, directora médica y de Asuntos Regulatorios de AstraZeneca España ha indicado que estos resultados “muestran que aún queda un largo camino por recorrer en la optimización de los tratamientos y en la reducción de la dependencia de los glucocorticoides, lo que refuerza la importancia de seguir investigando y ofreciendo alternativas que mejoren la calidad de vida a largo plazo de los pacientes con LES”.
La doctora Nuria Lozano, del servicio de reumatología del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca (Murcia) e investigadora del póster del subanálisis del estudio SPOCS, ha hablado de los síntomas del LES. “Son invisibles y, entre ellos, están la fatiga, el dolor y los trastornos emocionales. Todos siguen siendo un reto no resuelto. Afectan directamente la funcionalidad, la autonomía y el bienestar emocional de los pacientes, mostrando que el impacto del lupus va mucho más allá de los brotes clínicos o los marcadores biológicos”.
Sobre las mejora de la calidad de vida de los pacientes, ha añadido que se necesita “un enfoque más integral y centrado en la persona, que incorpore de forma sistemática la evaluación de la calidad de vida, la fatiga y la salud mental en la práctica clínica habitual, y promueva la colaboración de equipos multidisciplinares con reumatólogos, psicólogos, fisioterapeutas y especialistas en dolor crónico”.