Por Aurora Molina
28 de agosto de 2024El prolapso de órganos pélvicos es una condición común que afecta a muchas mujeres y ocurre cuando los músculos y tejidos que sirven de soporte del suelo pélvico se debilitan, estiran o se dañan, permitiendo que los órganos pélvicos desciendan y protruyan hacia la vagina.
"El suelo pélvico es una estructura compuesta por músculos, ligamentos y tejido conectivo que se extiende como una hamaca desde el pubis hasta el coxis”, explica el doctor José Rubio Valtueña, ginecólogo experto en cirugía oncológica y mínimamente invasiva de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional (Madrid). “Su función principal es sostener y mantener en su posición adecuada a los órganos pélvicos, como la vejiga, el útero y el recto. Juega un papel crucial en la continencia urinaria y fecal, así como en la función sexual”.
Cuando el suelo pélvico está sano y fuerte, estos órganos se mantienen en su lugar y funcionan correctamente. Sin embargo, factores como el parto, el exceso de peso, la realización de esfuerzos repetitivos que provocan un aumento de la presión abdominal, así como el paso del tiempo, pueden debilitar estas estructuras. "El prolapso de órganos pélvicos puede presentarse de diferentes maneras dependiendo del órgano afectado”, añade el especialista.
Foto: doctor José Rubio Valtueña
El tratamiento del prolapso de órganos pélvicos varía según la gravedad de los síntomas y de cómo afectan a la vida diaria de cada mujer. La actuación sobre los factores de riesgo modificables (sobrepeso, estreñimiento, tos crónica), junto con la fisioterapia del suelo pélvico, incluyendo los ya clásicos, pero efectivos ejercicios de Kegel constituyen la primera línea de tratamiento, siendo realmente efectiva en muchos casos.
Sin embargo, cuando estos tratamientos conservadores no son suficientes para controlar el prolapso, y mejorar significativamente la calidad de vida, la cirugía se convierte en una opción idónea. "La decisión de someterse a una cirugía depende de varios factores, incluyendo el tipo y la severidad del prolapso, la persistencia y gravedad de los síntomas, y el impacto que tenga en la calidad de vida de esa mujer," explica el doctor José Rubio Valtueña. Una de las opciones quirúrgicas más efectivas y menos invasivas para tratar esta patología es la promontofijación por vía laparoscópica, técnica considerada en todas las guías clínicas actuales como la de elección. Según el especialista, este procedimiento consigue cifras muy elevadas de efectividad, y, sobre todo, que ésta se mantenga en el tiempo. Por otra parte, al hacerlo por vía laparoscópica, ofrece indudables ventajas para la mujer. Al ser una técnica mínimamente invasiva, la laparoscopia reduce el dolor y las molestias postoperatorias y las pacientes experimentan una recuperación más rápida en comparación con la cirugía abierta," comenta el experto.
Durante una exploración ginecológica, el prolapso se manifiesta como un descenso del cuello uterino o de las paredes vaginales, ya sea la anterior, posterior o superior. En este sentido existen varios tipos:
Antes de la cirugía, la paciente se somete a una evaluación preoperatoria para asegurar que está en condiciones óptimas para el procedimiento. “Se realiza bajo anestesia general, lo que significa que la paciente estará completamente dormida y no sentirá dolor durante la intervención”, señala el doctor Rubio Valtueña.
El procedimiento comienza con cuatro pequeñas incisiones en el abdomen, generalmente de 5 a 10 milímetros, a través de las cuales se insertan el laparoscopio y otros instrumentos quirúrgicos. "El laparoscopio es un telescopio que permite al cirujano operar en el interior del abdomen con un campo quirúrgico magnificado y con una excelente calidad de imagen", detalla.
Para poder acceder al aparato genital, es necesaria que el abdomen, durante la intervención, este constantemente “distendido” y para ello se emplea gas (C02).
Durante la cirugía se coloca una malla quirúrgica idéntica a la que los cirujanos emplean para la corrección de todo tipo de hernias abdominales, para reforzar el suelo pélvico. "La malla se fija a la cúpula vaginal o al cérvix y se extiende hacia el promontorio sacro, una prominencia ósea en la parte inferior de la columna vertebral, traccionando estos tejidos hacia su posición correcta y proporcionando un soporte duradero y estable”. Posteriormente se retiran los instrumentos laparoscópicos y se retira el gas del abdomen. Las pequeñas incisiones se cierran con suturas absorbibles o adhesivos quirúrgicos, y se cubren con vendajes estériles.
Este tipo de cirugía “es una opción excelente para las pacientes que buscan una solución duradera con una recuperación más rápida y con menos complicaciones asociadas. Corrige el prolapso de manera efectiva, lo que mejora significativamente la calidad de vida de las mujeres”, explica el doctor.
El desarrollo de esta patología está asociado a diversos factores de riesgo. De acuerdo con el doctor Rubio Valtueña, el parto vaginal es un factor crucial. “Es uno de los factores de riesgo más significativos para el desarrollo del prolapso. El trauma y el estiramiento de los músculos y ligamentos durante el parto pueden debilitar el suelo pélvico”, comenta el especialista. señalando que las mujeres que han tenido múltiples partos vaginales, partos múltiples, recién nacidos de gran tamaño, partos muy rápidos o lentos tienen un riesgo mayor.
El envejecimiento es otro de los factores más significativos, ya que con el tiempo los tejidos del suelo pélvico tienden a debilitarse, lo que aumenta la probabilidad de padecerlo. Además, la disminución de los niveles de estrógeno después de la menopausia contribuye a esta debilidad. La obesidad también es un factor de riesgo muy significativo. "El exceso de peso provoca una presión constante y mantenida sobre las estructuras de soporte del suelo pélvico, lo que puede contribuir al desarrollo de prolapso”, resalta el doctor.
Sumado a lo anterior, ciertas condiciones médicas como la tos crónica producida por el tabaquismo, así como el estreñimiento crónico, incrementan esa presión abdominal, lo que puede contribuir al desarrollo del prolapso. Por esta razón, tratar estas condiciones subyacentes es esencial para reducir el riesgo.