El aumento del calor extremo amenaza con nuevas pandemias e infecciones

Sudoración, deshidratación, calambres en las piernas, cansancio… los síntomas del calor en el organismo pueden presentarse de múltiples formas; pero cuando las altas temperaturas son extremas y el cuerpo no es capaz de transpirar porque se detiene el flujo sanguíneo de la piel, las células se deterioran y se produce el fallo de los órganos vitales, lo que puede provocar incluso la muerte.  

Enfermedades mentales, respiratorias, desnutrición, lesiones, alergias… “El cambio climático impacta en la salud en todo el mundo”, aseguró el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus en la Cumbre Climática de la ciudad egipcia de Sharm el Sheij, después de las altas temperaturas sufridas el año pasado. 

El calor ha dejado récords nunca vistos desde hace casi 80 años durante el mes de abril. La semana pasada, Córdoba llegó a 38,8 grados, el valor más alto jamás registrado en este mes en la España peninsular y la noche más calurosa se vivió en el aeropuerto de Zaragoza (15,9 grados de temperatura mínima), algo que no se registraba desde 1951. Si seguimos así, como explica el director médico de Medicina Responsable, el doctor Pedro Gargantilla, “a nivel global se podrían producir consecuencias devastadoras”.

Para empezar, según el doctor Gargantilla, “ciertos países sufrirán la falta de lluvias, pero en otras zonas del globo terráqueo las inundaciones irán en aumento, poniendo en riesgo no solo la vida de las personas, sino también los cultivos. Las estaciones tal y como las conocemos, desaparecerán poco a poco y se dará paso a los climas monzónicos”. Además, “el incremento de varios grados de temperatura hará que ciertas enfermedades que están erradicadas en los países desarrollados, como el dengue, el paludismo o la enfermedad de Changas, aparezcan”.

Un estudio de la revista “The Lancet” ha señalado que por cada aumento de 1ºC en temperaturas altas se produce un incremento del 13% del riesgo de infección del dengue. En España, en los últimos 60 años, se ha sumado un 1,3 ºC a la media de temperatura nacional, según datos de la Agencia Española de Meteorología (AEMET).

Con las olas de calor que se produjeron en el año 2018, ya hubo un brote de la picadura del mosquito tigre y en 2022 se detectó en 86 países, incluidos España, la meningoencefalitis por el virus del Nilo Occidental y el virus del Zika. También se han dado casos de chikungunya, virus que se transmite a los humanos a través de la picadura de mosquitos infectados, y se teme que se produzcan casos de fiebres hemorrágicas.

“Con el cambio climático, el riesgo de que se asienten enfermedades zoonóticas es real. Si siguen aumentando las altas temperaturas y hay desabastecimiento de agua, ciudades como Venecia desaparecerán, los glaciares se derretirán, aumentará el nivel del mar y ciertas especies de flora y fauna se verán amenazadas, mientras que surgirán virus nuevos”, añade Gargantilla.

Otra de las consecuencias es que algunas especies como garrapatas, medusas y mosquitos, vectores de muchas enfermedades infecciosas, también se verán beneficiadas por el aumento del calor, y los cambios climáticos afectarán a la pérdida de cosechas de alimentos básicos como el arroz, el maíz o el trigo, “lo que podría aumentar más si cabe la desnutrición a nivel mundial”.

Consecuencias

Para el doctor Gargantilla “el calor ya está provocando que haya más huracanes y más intensos, ya que son la manera que tiene la tierra para repartir el calor de las zonas más cálidas a las zonas más frías.  Esto podría incidir en la destrucción de ciudades, cultivos, un aumento del número de incendios forestales y, en consecuencia, que aparezca mayor pobreza y desabastecimiento de agua”.

 

 

 

 

 

 

 

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