Por Europa Press
5 de agosto de 2024Expertos en Cardiología del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón (Sevilla) alertan de que las personas con enfermedad cardiovascular deben extremar las precauciones en verano debido a que las altas temperaturas pueden provocar un empeoramiento de patologías como la insuficiencia cardíaca, la cardiopatía isquémica o la hipertensión.
Según apunta el doctor Carlos Arias, las altas temperaturas producen una serie de efectos hemodinámicos sobre el sistema cardiovascular, afectando a la tensión arterial y la frecuencia cardiaca. Además, el calor también provoca cambios en el metabolismo de las células de nuestro cuerpo, que pueden producir o empeorar estas enfermedades. "El calor puede provocar deshidratación y, como consecuencia, se reduce el volumen de sangre en el cuerpo, por lo que corazón debe trabajar más para llevar sangre al resto del organismo. Las personas que ya tienen dañado su corazón y tienen una función cardiaca reducida no pueden responder adecuadamente a este cambio, además de ser especialmente sensibles a los cambios hemodinámicos que produce el calor".
En relación con la tensión arterial, el doctor Arias señala dos posibles escenarios. Por un lado, debido a la redistribución de sangre hacia la piel para liberar el exceso de calor corporal se produce una vasodilatación de los principales vasos sanguíneos del cuerpo, lo que genera una bajada de la tensión arterial. "Esta hipotensión puede generar cansancio, mareos e incluso desmayos, sobretodo en personas especialmente vulnerables como ancianos o en pacientes que tomen medicación antihipertensiva, por lo que es muy importante hidratarse adecuadamente y ajustar la dosis de los fármacos antihipertensivos en estas situaciones", añade el cardiólogo. Por el contrario, debido a los cambios en los hábitos de vida en los meses de verano, en relación con las rutinas, las dietas o el ejercicio, se produce un aumento de las cifras de tensión arterial. En este sentido, el doctor Arias recomienda mantener un control con el objetivo de evitar las denominadas crisis hipertensivas, es decir, un aumento repentino y grave de la tensión arterial.
Las altas temperaturas producen una serie de cambios sobre nuestro cuerpo que pueden aumentar el riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio. Según explica Arias, esto es debido a que la exposición al calor puede aumentar la demanda de oxígeno del corazón (estrés oxidativo) y que la redistribución sanguínea hacia la piel para liberar el calor corporal produce una vasodilatación y bajada de tensión arterial, lo que hace que el corazón actúe de forma refleja aumentando la frecuencia cardiaca y provocando el denominado estrés térmico. "Ambas situaciones (aumento de estrés oxidativo y de estrés térmico) aumentan la probabilidad de sufrir un infarto de miocardio, sobre todo en personas que ya tengan algún grado de arteriosclerosis sobre las arterias coronarias", añade.
Ante esta situación, señala una serie de consejos básicos para que los pacientes con enfermedades cardíacas crónicas puedan disfrutar del verano sin sufrir un empeoramiento de su patología: