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Día Mundial del Párkinson

Cada año se diagnostican en España unos 10.000 nuevos casos de Parkinson

Se estima que 150.000 personas están afectadas por esta enfermedad neurológica crónica y progresiva

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Cada año se diagnostican en España unos 10.000 nuevos casos de Parkinson

Por Andrea Martín

11 de abril de 2023

El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa con mayor incidencia en el mundo. Más de 7 millones de personas lo padecen y, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), en España, más de 150.000 personas están afectadas por esta enfermedad neurológica crónica y progresiva. Es más, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló hace unos meses que la prevalencia de esta enfermedad se ha duplicado en los últimos 25 años.

“Los avances diagnósticos y terapéuticos que ha experimentado esta enfermedad en los últimos años son algunas de las razones que explican este aumento en la prevalencia de la enfermedad de Parkinson. Pero, sobre todo, detrás de este incremento, está el progresivo envejecimiento de la población”, explica el doctor Álvaro Sánchez Ferro, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología. “La edad es el principal riesgo para padecer esta enfermedad. Sobre todo, a partir de los 60 años, la incidencia y la prevalencia de esta aumenta exponencialmente. Así, mientras que estimamos que la enfermedad de Parkinson afecta a un 2% de la población mayor de 65 años, pasa a ser del 4% en mayores de 80 años. También calculamos que, en España, el número de afectados se triplique en los próximos 30 años”.

Por otro lado, a pesar de que esta enfermedad tenga una mayor prevalencia en personas de edad avanzada, aproximadamente un 15% de los casos diagnosticados en España corresponden a personas menores de 50 años.

Aunque tener un familiar cercano con la enfermedad aumenta las posibilidades de padecer este trastorno, solo un 10% de los casos corresponden a causas hereditarias. En el 90% de los casos, la causa sigue siendo desconocida, aunque la comunidad científica cada vez encuentra más evidencias de que su origen es el resultado de una combinación de factores ambientales en personas genéticamente predispuestas. “Teniendo en cuenta el desafío que supone el previsible incremento de nuevos casos de esta enfermedad, se hace muy necesario llevar a cabo estrategias de prevención sobre aquellos factores que ya sabemos que pueden aumentar el riesgo de padecerla”, comenta Sánchez Ferro. “En este sentido, sabemos que un buen estilo de vida ayuda a protegernos contra la enfermedad de Parkinson y esto incluye realizar ejercicio físico de forma regular, optar por la dieta mediterránea, o controlar la hipertensión y la diabetes tipo 2”.

Síntomas

Esta enfermedad está caracterizada por producir diversos síntomas motores y no motores. Entre los motores, los más habituales son el temblor y la lentitud de movimientos. Además de estos síntomas, que ocurren al inicio, aparecen otros problemas con la evolución de la enfermedad como las fluctuaciones motoras, que se hacen presentes en más del 80% de los pacientes tras cinco y 10 años desde el diagnóstico.

Los síntomas motores no siempre son los primeros en aparecer. Hasta en un 40% de los casos la primera manifestación del Parkinson es la depresión y, esto, puede llevar a errores en el diagnóstico. Entre otros síntomas no motores destacan la ansiedad, los problemas cognitivos, trastornos del sueño, dolor, estreñimiento, problemas de deglución o en la función genitourinaria.

“Tendemos a asociar la enfermedad de Parkinson únicamente a la sintomatología motora, cuando en realidad es una enfermedad que se puede manifestar de muchísimas otras formas. De hecho, los síntomas no motores pueden llegar a ser, en muchas ocasiones, muy incapacitantes. Además, cuando los primeros síntomas de la enfermedad no son los motores o no son tan evidentes puede ser complicado identificarla de forma temprana e incluso difícil de diferenciar de otros síndromes parkinsonianos. Actualmente tenemos en España un retraso diagnóstico de entre 1 y 3 años y esto hace que aproximadamente un tercio de los nuevos casos estén aun sin diagnosticar”, añade Sánchez Ferro.

Un diagnóstico temprano permite iniciar el tratamiento de esta enfermedad en las primeras fases, lo que ayuda a mejorar la calidad de vida de los pacientes, prevenir complicaciones y minimizar la discapacidad a largo plazo.



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