Por Julia Porras
11 de abril de 2022El párkinson (EP) es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común, detrás del Alzhéimer. Sólo en España afecta a unas 160.000 personas. Cada año se diagnostican en nuestro país 10.000 nuevos casos y de ellos el 70% tienen más de 65 años. Pero no sólo afecta a las personas mayores: el 15% son menores de 50 años y la enfermedad puede comenzar incluso a los 30 años.
“Puede estimarse que el 2% de los mayores de 60 años sufren la enfermedad de Parkinson en España y suele ser más prevalente en hombres que en mujeres”, explica el neurólogo Gurutz Linazasoro.
“Hoy sabemos que la EP se produce por el depósito de una proteína defectuosa mal plegada llamada alfasinucleína, en diferentes núcleos cerebrales, que es la proteína que causa la muerte de las neuronas” dice Linazasoro.
Esta degeneración de las neuronas de la sustancia negra conduce a una deficiencia de dopamina, la sustancia que transmite la información necesaria para que realicemos movimientos con normalidad. Esta carencia provoca los síntomas más habituales, como son el temblor, la rigidez, la lentitud de movimientos y el trastorno postural.
Sus causas se desconocen, aunque hay tres factores implicados en el riesgo a desarrollar la enfermedad: la edad, factores genéticos (entre el 15% y el 25% de las personas que tienen la enfermedad cuenta con algún pariente que la ha desarrollado) y factores ambientales como la exposición a herbicidas y pesticidas.
Sin embargo, un paciente de Párkinson puede presentar entre cinco y 10 años antes del comienzo de los síntomas motores, muchos otros síntomas llamados “invisibles” como pueden ser el estreñimiento, la depresión, la ansiedad, los olvidos, el dolor, el insomnio, la inestabilidad, la micrografía (escribir cada vez más pequeño) o los problemas del habla.
Antonio Calderón tiene 72 años y recibió hace dos años el diagnóstico de Párkinson, así que está en una fase inicial de la enfermedad. “Ahora mismo tengo mucho dolor en el cuello y tengo problemas para controlar el movimiento de la parte izquierda del cuerpo al caminar, sobre todo el braceo, y de vez en cuando tengo problemas de sueño”, cuenta Antonio.
Le diagnosticaron la enfermedad tras varios años con problemas de sueño en la fase REM, esto llevó a pensar a los especialistas en una enfermedad neurodegenerativa y finalmente el diagnóstico fue Párkinson.
Al principio a Antonio le costó creer que aquellos síntomas eran debidos al Párkinson, sin embargo, Antonio asegura que lo más importante es conocerla a fondo y saber qué es lo que está pasando en cada fase. “Tengo que continuar mi vida. Yo antes viajaba mucho con mi mujer y eso ahora se ha complicado. Además, la enfermedad me afecta en mi día a día, sobre todo porque tengo que estar pendiente de mi medicación y a veces me olvido de cosas y lo achaco a la enfermedad”.
Existen varios tipos de tratamiento para la mejoría de la enfermedad. Así el farmacológico se basa en reestablecer el contenido de dopamina en el cerebro para mejorar la calidad de vida de la persona. “Los grandes objetivos de las investigaciones actuales en la terapia para la EP son, primero, identificar la fase preclínica con un alto grado de seguridad para plantear terapias dirigidas a la biología del proceso degenerativo, lo que se llama neuro protección. Y segundo, personalizar las terapias farmacológicas y ser precisos en las quirúrgicas para ganar eficacia y seguridad” asegura el doctor Linazasoro.
La personalización de terapias farmacológicas se basa en seleccionar el fármaco ideal para un paciente de acuerdo con su perfil genético. El fármaco principal para luchar contra el Parkinson es la levodopa, pero utilizar otros para complementar su eficacia es fundamental. La levodopa es el más eficaz para mejorar los síntomas clásicos de la enfermedad, se inicia normalmente en el año siguiente al diagnóstico y es para toda la vida del paciente.
El tratamiento quirúrgico está indicado cuando los síntomas motores no responden adecuadamente al tratamiento farmacológico. La EPC o estimulación cerebral profunda, consiste en implantar unos electrodos en un área concreta del cerebro que administran estimulación eléctrica a un marcapasos, que actúa como generador de impulsos eléctricos. Es un procedimiento no curativo pero que sirve para mejorar los síntomas motores.“Este método ofrece la ventaja de ser ajustable, reversible y se puede realizar de forma bilateral, con lo que conlleva poco riesgo quirúrgico. Además, permite reducir la medicación y sus efectos secundarios”, dice el neurólogo y especialista Eduardo Tolosa.
Actualmente se han empezado a utilizar otros métodos con nuevas tecnologías para eliminar el incapacitante temblor del Parkinson. Uno de ellos es la tecnología Resofus, que son Ultrasonidos Focalizados guiados mediante Resonancia Magnética. Los ultrasonidos cruzan la piel y el cráneo del paciente sin necesidad de incisión cutánea ni de apertura craneal. Esta tecnología consigue reducir el tembló en un 80% en la mayoría de pacientes”, dice Tolosa.
Este método de ultrasonidos es más eficaz porque “va ampliando las dianas de actuación y ya hay resultados prometedores actuando sobre el núcleo subtalámico”, apunta Lizanasoro. Pero es cierto que esta técnica aún tiene efectos adversos.