Un abuso sobre los médicos

Parece que no existe un registro de abogados, jueces o fiscales, para que se inscriban los que están a favor o en contra de la prisión permanente revisable, el divorcio, o los impuestos confiscatorios por parte del Estado. Y, no cabe duda, de que tendrán su opinión, sus razonamientos y su experiencia para estar a favor o en contra, de una manera individual y subjetiva. Sin embargo, a ninguno de ellos se les exige que desnuden su manera de pensar y se inscriban en un Registro Nacional, donde conste su aprobación o desaprobación sobre leyes que abordan estos asuntos. Los veterinarios, por ejemplo, han venido aplicando la eutanasia sobre las mascotas desde hace un tiempo indefinible y, ante la aparición de la nueva ley, donde al dueño de animales se le pueden imponer multas cuantiosas por aplicar la eutanasia a sus mascotas, tampoco se les exige si aprueban o desaprueban esas normas. 

Por eso mismo, nos parece insólito y deslumbrante que a los médicos se les exija que declaren su postura ante la eutanasia, como si todos los individuos, enfermos y aspirantes fueran exactamente iguales. ¿Es lo mismo la petición de eutanasia de una personan joven, adicta a la droga, que la de una persona de muy avanzada edad? ¿Tiene la misma opinión el médico, ante un abuelo rico, cuyos parientes muestras grandes deseos de que “el sufrimiento termine cuanto antes” que ante un anciano pobre y lúcido que lo solicita? 

Siendo cada individuo complejo, vulnerable y cambiante, tanto médicos como pacientes ¿es posible que una Ley piense que todos somos firmes e inalterables, y que las circunstancias -de las que hablaba Ortega y Gasset- son irrelevantes? 

Otro sí ¿cómo es posible que, con las leyes en la mano, sea más sencillo, en España, lograr la eutanasia para un ser humano que para un perro? ¿De verdad este ataque a la intimidad y opinión de los médicos es necesaria? ¿Para quién? 

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