Por Medicina Responsable
6 de febrero de 2024Es probable que se encuentren con unas declaraciones del prestigioso Valentín Fuster, aborreciendo de las estatinas y, mañana, no se asombren si aparece un prestigioso oncólogo diciendo barbaridades sobre un cáncer, o el cardiólogo Carlos Macaya, aconsejando la ingesta de orujo en grandes cantidades para prevenir los infartos. Serán vídeos de una claridad indudable, donde los protagonistas parece que son ellos realmente. Pero es una manipulación digital, donde a través de las modernas tecnologías podría aparecer incluso el Papa de Roma en una orgía sexual.
Los medios informativos, tanto convencionales como digitales, tenemos una identidad, unos responsables conocidos, y formamos parte de una empresa a la que se puede reclamar. El anonimato de las redes, en cambio, es un anonimato impune, que ampara a quienes injurien, insulten y mientan sin ningún peligro.
No se fíen de lo que vean en las redes, si detrás no hay un medio que responde ante sus usuarios, colaboradores y público en general. Tendrán ocasión de contemplar a conocidos personajes de la Sanidad, protagonizando actos chuscos chabacanos y, lo que es peor, incluso con apariencia de ser verosímiles. Y, si se lo creen, o contribuyen a difundir la canallada, reenviándolo a amigos y conocidos, estaremos contribuyendo a convertir la información sanitaria en una inmunda charca. Y no es alarmismo: se trata de contemplar una realidad que ya no es un futurible, porque aparece todos días.