Primer día sin mascarillas en el transporte público

Andrea y Lucía cogen todos los días dos autobuses urbanos de la Comunidad de Madrid para llegar a su trabajo y hoy, por fin, han podido dejarse la mascarilla en casa. Bueno, no del todo, Andrea la llevaba en el bolso porque no sabía qué era lo que iba a encontrarse. “Yo me he echado una en el bolso por si acaso veía a mucha gente con ella puesta en el autobús”. Pero la realidad ha sido otra. La gran mayoría de los viajeros no la llevaban ni en los andenes, ni dentro del propio autobús. “De hecho, los propios conductores no la llevaban”, explica Lucía.

Aun así, sigue habiendo una minoría que, por precaución o por miedo, se resiste a quitársela. Sobre todo, nos cuentan nuestras protagonistas, la llevaban personas mayores y ciudadanos asiáticos. Algo que no sorprende ya que los primeros son uno de los grupos de población más vulnerables y que más ha sufrido con la pandemia y, los segundos, tienen la costumbre de ponerse la mascarilla cuando tienen síntomas de virus respiratorio.  “Allí es bastante habitual que las personas que presentan síntomas de infección respiratoria se pongan la mascarilla en consideración a los demás viajeros”, apunta Pedro Gargantilla, director Médico de Medicina Responsable.

Esta medida supone la eliminación del uso obligatorio de la mascarilla en los medios de transporte públicos, mientras que “se mantiene la obligatoriedad en centros y servicios sanitarios, en las oficinas de farmacia y botiquines, así como en las residencias, para los trabajadores y visitantes”. Aún así la Ministra de Sanidad, Carolina Darias ha recordado el uso responsable de las mascarillas. Es decir, “aquellas personas que presentan síntomas compatibles con una infección respiratoria y en personas vulnerables, deberían seguir llevándola”. También en espacios cerrados, en eventos multitudinarios, así como en el entorno familiar y en reuniones o celebraciones privadas, en función de la vulnerabilidad de los participantes.

Los ciudadanos, usuarios de metro, autobús y tren lo tienen claro. “Ya era hora, los que cogíamos el transporte diariamente estábamos agobiados y cansados y ha sido una liberación”, apunta Andrea sonriente. “Prolongarlo ha sido un absurdo, porque hacía tiempo que ya no eran obligatorias en los andenes”, dice Lucía.

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