Por Julia Porras
11 de febrero de 2024Cuando el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en la cordillera de los Andes el 13 de octubre de 1972, nada hizo presagiar los días que tendrían que pasar los que sobrevivieron a aquel terrible hecho. De los 45 pasajeros que viajaban en aquel avión, solo 16 personas lograron sobrevivir, no solo al trágico accidente, sino a una auténtica historia de superación, una historia de vida en la que aquellos que quedaron en las montañas también tuvieron un papel fundamental. El director español Juan Antonio Bayona ha contado esta historia en una película cinematográficamente perfecta desde el punto de vista técnico, según la crítica, pero también desde el punto de vista médico. Porque los supervivientes sufrieron secuelas, algunos graves, con los que tuvieron que convivir durante 72 días. Hablamos de lesiones, fracturas, conmociones cerebrales, desnutrición, congelación de ojos, sed y otra serie de problemas de salud en una situación que les puso al límite como seres humanos.
El médico internista y director Médico de Medicina Responsable ha analizado el nivel de rigor de estas complicaciones de salud que aparecen en la película:
En los primeros días después del accidente, los supervivientes comienzan a beber nieve directamente de la montaña, metiéndose grandes puñados en la boca, pero existe el riesgo, primero de quemarse la garganta y, segundo, de intoxicación, “porque esa agua puede contener bacterias al no haber sido previamente tratada”, explica el doctor Pedro Gargantilla. Para remediarlo, uno de los supervivientes, Ramón Sabella, ideó un sistema para derretir la nieve y meterla en botellas.
Hay varias escenas de la película en la que vemos que los ojos de los protagonistas se llegan a congelar, “y es que nuestro organismo no está diseñado para el frío extremo. Para evitar esto se deben utilizar gafas”, explica el doctor Gargantilla. Sin embargo, esta congelación, si se revierte no deja secuelas. “Si la congelación es leve no tiene secuelas, pero si se produce durante mucho tiempo, puede conllevar pérdida de visión por completo”. Uno de los supervivientes fabricó unas gafas con partes del fuselaje del avión para protegerse los ojos, tanto del frío como del sol reflejado en la nieve.
En un momento de la película, algunos de los supervivientes orinan negro, y tiene explicación, “de hecho, es normal que les pase, ya que, debido a la destrucción muscular, por falta de nutrición, se produce lo que se conoce como rabdomiólisis”, aclara el doctor Gargantilla. Cuando ocurre esta patología la descomposición de los músculos dañados causan la liberación del contenido de las células musculares en la sangre, lo que puede provocar dolores o calambres musculares, cansancio extremo y orina de color oscuro.
También hay un momento de la cinta en el que a algunos protagonistas se les caen los dientes, se les quedan en las manos. “Esto se debe a la falta de vitamina C, lo que desencadena en escorbuto, cuyos síntomas, entre otros, son la debilidad general, la anemia, la gingivitis, las hemorragias cutáneas y la curación deficiente de heridas”, explica el doctor Gargantilla. Para el doctor, esto es algo normal, ya que estuvieron varios días sin ingerir absolutamente nada y luego solo comieron carne humana de sus compañeros fallecidos, lo que pudo provocarles otros problemas de salud, de haber seguido haciéndolo durante muchos días más, como “enfermedades por priones, que pueden derivar en enfermedades neurodegenerativas, la enfermedad de kuru, que es una enfermedad rara que provoca deterioro de la función mental y se produce precisamente por practicar canibalismo”. .
Por último, uno de los momentos más impactantes es cuando uno de los personajes principales, Nando Parrado, despierta tras tres días inconsciente. Lo hace con dos marcas negras alrededor de los ojos que le duran varios días, como un “efecto mapache”. Según palabras del doctor Gargantilla, “es exactamente así como ocurre, puesto que tras una fractura en la base del cráneo, se produce lo que se conoce como equimosis retroauricular o periorbitaria, que indica precisamente que ha habido esa fractura”.