Por Medicina Responsable
5 de agosto de 2025Lo que para algunos parece una simple broma, se ha convertido en un serio problema de salud pública. El reto viral que incita en redes sociales a defecar en piscinas públicas, grabarlo y difundirlo, ha provocado este verano el cierre temporal de cientos de instalaciones en todo el país.
Aunque surgió en 2018, este desafío ha regresado con fuerza en 2025. El patrón suele repetirse: alguien defeca de forma intencionada en la piscina, otro usuario lo detecta y avisa al personal, que activa de inmediato el protocolo de evacuación y desinfección. Durante ese proceso, el acceso queda suspendido, a veces durante días, para garantizar la seguridad del resto de usuarios.
Los riesgos para la salud son evidentes. Las heces humanas pueden contener bacterias y parásitos como escherichia coli, salmonella, shigella, giardia o cryptosporidium, que pueden causar desde diarreas y vómitos hasta hepatitis A o fiebre.
Casos como estos se han detectado este verano en piscinas de distintas zonas de algunas comunidades autónomas como en Aluche y Canal (Madrid), Sant Joan de Vilatorrada, Berga y Bellver de Cerdanya (Cataluña), Orduña y Sopela (Euskadi), Canals y Carcaixent (Comunidad Valenciana), así como en Torrelavega, Los Corrales y Reocín (Cantabria), entre muchas otras.
Aunque no existe un delito específico a nivel estatal que castigue este comportamiento, muchas normativas municipales permiten imponer sanciones de hasta 600.000 euros en los casos más graves, además de la expulsión de los responsables de las instalaciones por largos periodos de tiempo.
Las autoridades sanitarias y locales piden colaboración ciudadana para frenar esta práctica, que no solo pone en riesgo la salud, sino que también perjudica gravemente la gestión de espacios públicos.