Relacionan la presencia de plomo o mercurio con la infertilidad en mujeres sometidas a fecundación

Somos lo que comemos, y lo que ingerimos repercute directamente en nuestra salud y reproducción. Así, lo asegura el doctor Francisco Domínguez, investigador de la Fundación IVI y supervisor de un estudio presentado en el 39º Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE) que relaciona una mayor concentración de mercurio en sangre y otro grupo de trazas no esenciales como el estroncio, estaño, cesio y rubidio en orina, con una menor respuesta ovárica y peores resultados embriológicos en el tratamiento de fecundación in vitro.  

“En la dieta que comemos puede haber cantidades de plomo y otros metales como estroncio, mercurio o arsénico. Por ejemplo, el agua puede contener plomo, el pescado puede tener mercurio y el arsénico pueden estar presente en el arroz. Aunque hay mujeres con niveles bajos de estos metales, hay otras que tienen altos niveles de estos compuestos en su sangre y orina. En el tratamiento de la fecundación in vitro hemos visto que las que los tenían muy altos tenían una reserva ovárica muy baja comparada con las que los tenían en tasas más bajas”, señala Domínguez. 

Los resultados

De acuerdo con el estudio, presentado en Copenhague, se ha detectado la presencia de estas trazas en líquido folicular, plasma y orina, obtenidos el día de la punción ovárica, así como en la orina obtenida el día de la transferencia embrionaria.

 Concretamente, se estudiaron los casos de 51 mujeres con una media de edad de 39 años y, de las cuales, la mitad eran no fumadoras. Todas ellas se sometieron a un tratamiento de FIV con transferencia de un único blastocisto euploide -con un número correcto de cromosomas- en las clínicas IVI de España.  

Para poder ampliar resultados y realizar recomendaciones, el doctor Domínguez reitera que “estos resultados son preliminares y necesitan ser confirmados en un grupo mayor de participantes”. El motivo no es otro que poder entender con detalle los mecanismos subyacentes a estas asociaciones. “No todas las personas reaccionan igual a una exposición a estos elementos y es necesario también correlacionar otras variables asociadas a factores ambientales y de estilo de vida”, concluye el investigador. 
 

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