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Una mujer de Texas sobrevive a una parada cardiaca mientras le practicaban una cesárea para dar a luz a sus trillizas

Marisa Christie estuvo clínicamente muerta durante 45 minutos tras una complicación en el parto, y al despertar no recordaba haber dado a luz a sus hijas

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Una mujer de Texas sobrevive a una parada cardiaca mientras le practicaban una cesárea para dar a luz a sus trillizas

Por Sergio Díaz

5 de diciembre de 2024

Marisa Christie, una mujer de 30 años residente en Tomball, Texas, vivió una experiencia que los médicos describen como un milagro. Durante una cesárea para dar a luz a trillizas, sufrió una embolia de líquido amniótico, una complicación rara y potencialmente mortal que causó que su corazón dejara de latir. La situación se complicó gravemente cuando, tras extraer a los bebés, el médico separó la placenta del útero, lo que desencadenó la embolia. 
Según el anestesista Ricardo Mora, que formó parte del equipo médico, Marisa comenzó a sufrir convulsiones y su estado empeoró rápidamente. “Ella estaba prácticamente gris, sabía que algo terrible había sucedido”, ha relatado Mora en una entrevista para el programa de “Today” de la NBC. En ese momento, los médicos iniciaron maniobras de reanimación para estabilizarla, incluyendo transfusiones de sangre y el uso de una máquina ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea), que ayudó a mantener sus órganos en funcionamiento mientras se le restablecía el ritmo cardiaco. 
La complicación, que ocurre en menos del 1% de los casos y tiene una tasa de mortalidad del 80-85%, puso en riesgo la vida de Marisa. A pesar de la gravedad de la situación, los médicos lograron salvarla, aunque estuvo clínicamente muerta durante 45 minutos. 
Después de la reanimación, Marisa fue sedada durante una semana en la unidad de cuidados intensivos (UCI) y, al despertar, no recordaba haber dado a luz a sus trillizas. “Cuando me desperté, estaba aterrorizada. ¿Cómo podía no recordar que había tenido a mis bebés?”, ha comentado la protagonista, al programa “Today”. Durante su hospitalización, los médicos colocaron a las tres niñas, Charlotte, Kendall y Collins, sobre su pecho para fomentar el vínculo, pero Marisa, aún confundida, pensaba que esos momentos eran parte de sus sueños. 
Aunque la desconexión inicial con sus hijas fue difícil, Marisa finalmente estableció una profunda conexión con ellas. “Al principio sentía que no eran reales, que no eran mías. Me costó, pero ahora somos inseparables”, afirma. Hoy, las trillizas y su madre, que se consideran un milagro médico, se encuentran bien y en casa, agradeciendo la segunda oportunidad de vida que Marisa recibió. 
 



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