Por Sergio Díaz
2 de diciembre de 2024El fútbol, conocido por ser un deporte de alta exigencia física, ha sido escenario de dramáticos episodios relacionados con la salud cardíaca de los jugadores. En los últimos años, varios futbolistas han sufrido colapsos en pleno terreno de juego, algunos con desenlaces fatales, lo que ha generado una gran preocupación en el ámbito deportivo y médico.
El reciente desplome de Edoardo Bove, centrocampista de la Fiorentina, ha reavivado la inquietud por los riesgos cardíacos en el fútbol. Durante un partido contra el Inter de Milán en el Estadio Artemio Franchi, Bove, de 22 años, se desplomó de manera repentina en el minuto 24 del encuentro tras sufrir un parada cardiorespiratoria, lo que generó una inmediata intervención médica. Sus compañeros y rivales rodearon al jugador mientras los médicos lo atendían en el campo antes de trasladarlo de urgencia al Hospital Universitario Careggi, en Florencia, en el que se encuentra en coma inducido bajo sedación farmacológica en la unidad de cuidados intensivos.
El paro cardíaco es una de las condiciones más graves que puede sufrir un deportista. Este evento se caracteriza por la detención brusca e inesperada de la actividad eléctrica del corazón, lo que impide que este órgano bombee sangre al resto del cuerpo. Como consecuencia de esta interrupción, se produce la pérdida de conciencia y la ausencia de pulso. Si no se actúa con rapidez para restablecer el ritmo cardíaco, el paro puede generar daños irreversibles, como la muerte cerebral, y en última instancia, la muerte del individuo. Como explica el doctor Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable, "es fundamental que la respuesta médica sea inmediata para restablecer el ritmo cardíaco lo antes posible, ya que cada minuto sin intervención disminuye las probabilidades de supervivencia de la persona afectada".
En muchos casos, las causas del paro cardíaco en futbolistas están asociadas a enfermedades cardíacas. “Una de las principales causas es la miocardiopatía hipertrófica, que es el engrosamiento anormal del músculo cardíaco, lo que puede obstruir el flujo sanguíneo y provocar arritmias graves. Otra condición relevante es la displasia arritmogénica del ventrículo derecho, una enfermedad hereditaria que afecta el músculo del corazón, incrementando el riesgo de arritmias mortales”, asegura el doctor Gargantilla. Asimismo, las anomalías coronarias, que son malformaciones en las arterias que suministran sangre al corazón, pueden reducir el flujo sanguíneo durante el ejercicio, lo que también puede desencadenar un paro cardíaco. El doctor Gargantilla señala que "además de estas enfermedades cardíacas estructurales, las arritmias y los traumatismos torácicos, como los golpes directos al pecho, también son causas frecuentes de este tipo de paros en los futbolistas". Subraya el doctor.
Los síntomas de un paro cardíaco no son fáciles de identificar, especialmente durante la actividad física. Algunos deportistas pueden experimentar dolor en el pecho, falta de aire, palpitaciones, mareos o vértigo, o incluso desmayos. Sin embargo, el paro cardíaco puede ocurrir de forma súbita y sin previo aviso, lo que dificulta la detección de signos de alerta. El doctor Gargantilla explica que el estrés físico y emocional que los futbolistas de alto nivel enfrentan durante los entrenamientos y los partidos puede incrementar el riesgo de sufrir arritmias. “El ejercicio intenso aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que agrava cualquier condición preexistente. Además, el estrés emocional puede provocar la liberación de hormonas que alteran el ritmo cardíaco y afectan la contractilidad del corazón, elevando aún más el riesgo de un paro cardíaco".
El caso de Edoardo Bove pone de manifiesto la necesidad de mejorar los métodos de detección de enfermedades cardíacas en los deportistas de élite. Aunque el fútbol profesional ha dado pasos importantes en la prevención de tragedias, como la obligación de contar con desfibriladores automáticos y personal médico capacitado en los estadios, aún queda mucho por hacer. Como ocurrió con el danés Christian Eriksen en la Eurocopa 2020, la presencia de desfibriladores y un equipo médico rápido han sido clave para salvar vidas, pero episodios como el de Bove revelan que existen limitaciones en la capacidad para detectar con antelación las afecciones cardíacas en los futbolistas.