Por Medicina Responsable
28 de mayo de 2025Las Guías de Práctica Clínica (GPC) del Sistema Nacional de Salud (SNS) son los documentos que recogen la evidencia científica disponible para emitir recomendaciones clínicas para los sanitarios. Su objetivo es ofrecer herramientas a los profesionales para tomar decisiones informadas sobre diagnóstico, tratamiento y prevención que optimicen el cuidado de la salud de los pacientes.
Dado su relevante papel, la Fundación IDIS ha elaborado la segunda edición del informe Cartera de servicios y Guías de práctica clínica en el que observa una desactualización de estas guías en España. Este informe destaca que, a pesar de contar con 211 guías y de haberse elaborado 20 nuevas entre 2022 y 2025, el número de GPC vigentes ha disminuido (de 34 a 31) y las desactualizadas han aumentado un 3%, lo que muestra un riesgo de posibles desfases.
Una de las conclusiones del informe es que la sobrecarga asistencial limita la capacidad de los médicos para aplicar las GPC. Asimismo, señala que el desfase del conocimiento recogido por las guías puede generar desconfianza entre los médicos, llevándoles a “adoptar enfoques y dificultando la toma de decisiones”. “El uso riguroso, actualizado y compartido de estas herramientas no solo mejora la calidad de la atención, sino que contribuye a un sistema más eficiente, equitativo y centrado en el paciente”, apunta la directora general de la Fundación IDIS, Marta Villanueva.
Desde IDIS proponen la elaboración de una estrategia integral centrada en tres ejes: digitalización, acceso y formación. Para ponerla en marcha, en primer lugar, plantean la necesidad de desarrollar un repositorio digital centralizado y de acceso abierto, donde se integren tanto las guías clínicas nacionales como las internacionales más relevantes. Este sistema permitiría consultar información actualizada de forma ágil y sencilla desde cualquier punto de la red asistencial.
Asimismo, se propone avanzar en la digitalización de las propias guías, adoptando formatos estructurados e interoperables a los que pueda accederse desde los sistemas de historia clínica electrónica y otras plataformas digitales. Esto facilitaría su aplicación práctica en tiempo real por parte de los profesionales sanitarios y reforzaría su utilidad en la toma de decisiones clínicas.
Otra de las propuestas clave es la implementación de sistemas automatizados de alerta y notificación para informar a los profesionales sobre actualizaciones, modificaciones o incorporación de nuevas recomendaciones. Este sistema debería estar vinculado a plataformas oficiales y apoyarse también en fuentes internacionales reconocidas, como NICE, AHRQ o la OMS.
La Fundación IDIS también defiende la creación de programas de formación continua, acreditados y vinculados a la correcta interpretación e implementación de las guías clínicas. Una formación que entienden que debería ser incentivada con sistemas de desarrollo profesional continuo y contribuir a estandarizar criterios en todo el sistema sanitario.
Por último, el informe plantea la necesidad de establecer criterios objetivos para priorizar qué guías deben revisarse con más urgencia. Entre estos criterios deberían incluirse el impacto clínico, la relevancia epidemiológica, la frecuencia de uso y la relación coste-efectividad, de modo que los esfuerzos se centren en aquellas recomendaciones que mayor repercusión tienen en salud pública.
El análisis revela que las Comunidades Autónomas que presentan mayor número de GPC vigentes, siendo estas las que tienen una antigüedad menor a 5 años, son Andalucía, Aragón, Cataluña, Madrid y el País Vasco. Por especialidades, se muestra que Pediatría, Cardiología, Oncología, Ginecología o Alergología no cuentan con ninguna guía publicada hace menos de 5 años. Solo Psicología Clínica, Psiquiatría y Medicina Familiar y Comunitaria presentan alguna guía actualizada, aunque en número muy limitado.
Las guías clínicas están integradas en GuíaSalud —organismo que aglutina todas las guías del Sistema Nacional de Salud (SNS)— y en la Red de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (RedETS) - que evalúa tecnologías sanitarias para garantizar su eficacia y seguridad en el SNS-. Ambas entidades proponen un sistema metodológico para la actualización de estos documentos, un proceso que actualmente no se está llevando a cabo. En este contexto, Villanueva, subraya que “es imprescindible establecer un sistema ágil, transparente y coordinado que garantice la actualización periódica de las guías de práctica clínica. Solo así podremos ofrecer a los pacientes una atención segura, homogénea y basada en la mejor evidencia científica”.