Por Medicina Responsable
13 de octubre de 2025El elevado número de fallecimientos a causa de la pandemia de Covid-19 en todo el mundo se tradujo en una disminución de la esperanza de vida. Ahora, el último estudio del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (Estados Unidos) sobre la Carga Global de Enfermedad (GBD) ha constatado que este indicador ha vuelto a situarse en niveles prepandémicos, con una esperanza media de 76,3 años para las mujeres y 71,5 para los hombres.
Según esta investigación, publicada en la revista The Lancet y presentada en la Cumbre Mundial de la Salud en Berlín (Alemania), las tasas de mortalidad mundial están disminuyendo, a excepción de entre los jóvenes y los adultos jóvenes. Entre estos grupos de edad, el mayor aumento de muertes se registró entre las personas de 20 a 39 años en América del Norte con altos ingresos, principalmente debido al suicidio, la sobredosis de drogas y el consumo excesivo de alcohol.
Por el contrario, las muertes infantiles fueron las que más disminuyeron. Entre 2011 y 2023, Asia Oriental registró la mayor disminución (68%) en la tasa de mortalidad en menores de 5 años gracias a una mejor nutrición, vacunas y sistemas de salud más sólidos. En cambio, en el África subsahariana se registraron mayores tasas de mortalidad de lo estimado previamente, impulsadas por las altas tasas de infecciones respiratorias y otras enfermedades infecciosas. En el caso de las mujeres jóvenes de entre 15 y 29 años en esta región, la mortalidad registrada era un 61% mayor de lo estimado previamente.
La cardiopatía isquémica, el accidente cerebrovascular y la diabetes fueron las enfermedades con mayores índices de mortalidad. De esta forma, las enfermedades no transmisibles representaron casi dos tercios de la mortalidad y la morbilidad totales a nivel mundial, superando a las infecciosas como principal amenaza. Esto refleja un cambio de patrón en las causas de mortalidad que, según el equipo investigador, genera nuevos desafíos para la salud mundial, en especial para los países de bajos ingresos.
Tras ser la principal causa de muerte en 2021, la Covid descendió al vigésimo puesto en 2023, situando de nuevo a la cardiopatía isquémica y el ictus en el primer puesto. Desde 1990, las tasas de mortalidad por cardiopatía isquémica e ictus han disminuido, al igual que las enfermedades diarreicas, la tuberculosis, el cáncer de estómago y el sarampión. Por el contrario, durante el mismo período, la tasa de mortalidad aumentó por diabetes, enfermedad renal crónica, enfermedad de Alzheimer y VIH/sida.
Con más de 16.500 científicos recopilando y analizando datos sobre 375 enfermedades y lesiones y 88 factores de riesgo por edad y sexo a nivel mundial entre 1990 y 2023, el GBD es la investigación más completa que cuantifica la pérdida de salud en el mundo.
Según estos datos, la mitad de todas las muertes y discapacidades podrían prevenirse modificando algunos de los principales factores de riesgo, como la reducción de los niveles altos de azúcar en sangre y el índice de masa corporal (IMC) elevado.
Respecto a mediados del siglo pasado, la tasa de mortalidad disminuyó en 2023 un 67%, marcando descensos en todos los territorios. Asimismo, la esperanza de vida aumentó 20 años durante este periodo. A pesar de este progreso, persisten marcadas diferencias geográficas, con una esperanza de vida que oscila entre los 83 años en las regiones de altos ingresos y los 62 años en el África subsahariana. Si bien la edad media al morir pasó de 46,4 años en 1990 a 62,9 años en 2023, las desigualdades entre territorios fueron profundas.
Casi la mitad de la mortalidad y morbilidad mundial en 2023 se atribuyó a 88 factores de riesgo modificables. Los 10 factores de riesgo con mayor proporción de pérdida de salud fueron la hipertensión arterial sistólica, la contaminación por partículas en suspensión, el tabaquismo, la glucemia plasmática alta en ayunas, el bajo peso al nacer y la gestación corta, el IMC alto, el colesterol LDL alto, la disfunción renal, el retraso del crecimiento infantil y la exposición al plomo.
Los nuevos métodos de modelado de GBD para la exposición al plomo, el décimo riesgo principal, también revelaron una relación directa con las enfermedades cardiovasculares. La eliminación del plomo del combustible ha contribuido a una disminución sustancial de la exposición a lo largo de los años, pero sigue siendo un contaminante ambiental común que se puede encontrar en la pintura de edificios antiguos, suelos contaminados, agua, especias y muchos utensilios de cocina.
Los riesgos sensibles al clima, como la contaminación atmosférica y el calor, siguen teniendo un impacto cada vez mayor en la salud mundial. Las tasas de AVAD para el segundo riesgo más importante, la contaminación por material particulado, fueron más altas en las superregiones de Asia Meridional, África Subsahariana, África del Norte y Oriente Medio.
Los trastornos de salud mental también aumentaron considerablemente, con un incremento del 63% en los trastornos de ansiedad y del 26% en los trastornos depresivos. Además, se identificó que el abuso sexual y la violencia de pareja contribuyen de forma prevenible a la depresión, la ansiedad y otras consecuencias para la salud.