Por Medicina Responsable
9 de abril de 2025La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) y la Federación Española de Asociaciones de Pacientes Alérgicos y con Enfermedades Respiratorias (FENAER) se unen para trabajar por el abordaje de la sostenibilidad en el manejo de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), expresando que el criterio clínico debe prevalecer en todo momento sobre cualquier otro factor, incluido el impacto ambiental de los tratamientos.
Por ello, ambas entidades puntualizan que “el verdadero camino hacia la sostenibilidad pasa por garantizar primero el control clínico: un paciente bien controlado es, en última instancia, el paciente más sostenible”.
“Modificar el abordaje terapéutico de un paciente bien controlado únicamente por razones medioambientales debe realizarse con mucha prudencia. No se recomienda hacerlo en pacientes estables sin justificación clínica directa. El principal riesgo es la pérdida de adhesión al tratamiento, lo que puede derivar en una falta de control de la enfermedad”, explica el doctor Carlos Almonacid, vicepresidente de SEPAR. “Además, no todos los dispositivos sirven para todos los pacientes, se deben tener en cuenta las indicaciones y las capacidades de cada persona para realizar una correcta maniobra inhalatoria”, puntualiza el doctor.
La EPOC afecta a más de 3,3 millones de personas mayores de 40 años en España, con una prevalencia estimada del 11,8 % y un preocupante 74,7% de infradiagnóstico.
En este sentido las enfermedades respiratorias crónicas, como la EPOC, son patologías complejas y a menudo mal controladas, lo que conlleva un mayor riesgo de exacerbaciones, hospitalizaciones y una mayor utilización de recursos sanitarios.
Todo ello repercute también en una mayor huella de carbono asociada a la atención médica. De hecho, en un estudio realizado en el Reino Unido, se observó que la atención hospitalaria representaba hasta el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero en pacientes con EPOC, incrementándose con la frecuencia y gravedad de las exacerbaciones.
En el tratamiento de enfermedades respiratorias existen distintos tipos de dispositivos para la administración de la medicación. Los inhaladores presurizados (pMDIs), que utilizan un gas propulsor, y los inhaladores de polvo seco (DPI), que requieren una inspiración fuerte y profunda, son los más habituales. Ambos presentan características diferentes y su elección debe hacerse en función de las capacidades del paciente, su técnica inhalatoria y las indicaciones clínicas.
Desde SEPAR advierten también de que los medicamentos en los distintos dispositivos no son intercambiables. “SEPAR ha adoptado un enfoque equilibrado y basado en la evidencia para abordar la sostenibilidad en salud respiratoria, asegurando que el control clínico del paciente siga siendo la prioridad absoluta”, concluye el doctor Carlos Almonacid.
Por parte de FENAER insisten en que, más allá del dispositivo, lo fundamental es garantizar la equidad en la atención y el acceso a tratamientos en todas las Comunidades Autónomas. “Al paciente hay que darle la seguridad de que la terapia que le prescriben es la que mejor controla la enfermedad en función de su situación clínica concreta. Esa certeza es clave para su tranquilidad, para una mejor adherencia y para lograr mejores resultados en salud”, ha afirmado Mariano Pastor, presidente de FENAER.