Por Juan García
27 de mayo de 2024En los últimos años se observa un aumento de las actividades, productos y servicios que, sin el respaldo científico correspondiente, suplantan las labores de los profesionales sanitarios. Esta tendencia ha encendido las alarmas de profesionales y autoridades sanitarias, que están redoblando los esfuerzos para concienciar sobre los riesgos de acudir a las denominadas pseudoterapias. El taichí, la aromaterapia o la vacuoterapia son algunas de las últimas prácticas que el Ministerio de Sanidad ha incluido en sus informes sobre falsas herramientas terapéuticas.
La “incapacidad del sistema público” para dar respuesta a ciertas patologías, especialmente cuando se trata de salud mental, da lugar a unas grietas en la atención sanitaria por las que aparecen las pseudoterapias, según apunta el psiquiatra y presidente de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico, Iñigo Rubio, en un seminario sobre pseudoterapias en salud mental. En este seminario, organizado por el Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias (OPPISS) de la Organización Médica Colegial (OMC), varios expertos aportaron su visión sobre el estado de la salud mental en España y la recurrencia a estas terapias sin respaldo científico.
Ese “desencanto y frustración” de muchos pacientes con la atención sanitaria pública deja un “vacío y un declive en los sistemas de creencia tradicionales que, según algunos sociólogos, la gente busca cubrir con lo que se han llamado también ‘religiones sustitutivas’, entre las que se encuentran algunas pseudoterapias”, apunta el doctor. “Los datos nacionales nos indican que uno de cada tres españoles sufre algún tipo de trastorno mental”, una situación que el doctor califica como “burbuja terapéutica”.
Las cifras hablan por sí solas: entre 200 y 300 denuncias anuales por prácticas pseudoterapéuticas, según los datos recopilados por el Consejo General de la Psicología. La doctora Rosa Arroyo, vicepresidenta segunda de la OMC, alerta del peligro que suponen estas prácticas para la salud pública. “Debemos ser conscientes de que estas pseudoterapias llevan a algunos pacientes a retrasar, dificultar o abandonar los tratamientos científicos”, apunta.
El OPPISS ya había hecho previamente una clasificación de los distintos tipos de pseudoterapias, distinguiendo entre “las basadas en energías, el cuerpo y la mente, o las muy conocidas como terapias naturales”, según la doctora Elena Campos-Sánchez, investigadora en inmunología viral en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. Campos-Sánchez advierte que los profesionales de las pseudoterapias naturales tienen “mucho poder” y han conseguido hacer “muchísimo lobby”.
La doctora Campos-Sánchez señala una de las grandes paradojas de nuestro tiempo como el caldo de cultivo perfecto para que las pseudoterapias ganen popularidad: la sobrecarga de información. “Jamás hemos tenido más acceso a la información como en la actualidad, pero esto también supone un aumento de desinformación. El problema es que carecemos de las herramientas necesarias que nos permitan reconocer cual es la información real”. Por ello, la investigadora incide en la necesidad de mantener una “campaña permanente” sobre los riesgos de las pseudoterapias, al igual que se hace contra el tabaco.
En cuanto a las medidas que se pueden llevar a cabo para combatir estas prácticas pseudocientíficas, el psicólogo José Miguel Cuevas señala la necesidad de crear un observatorio desde el Gobierno y una regulación más estricta de la publicidad. “Es necesario crear un filtro más efectivo. Actualmente es muy fácil que una persona cree una pseudoterapia nueva y que la promocione en redes sociales”.
Los expertos coinciden en señalar que se trata de un problema de salud pública al que “la administración tiene que dar respuesta”. La manifiesta carencia de profesionales de la psicología en la sanidad pública deja a muchos pacientes desamparados ante el aumento de la incidencia de los problemas de salud mental entre la población. Sumado a los riesgos de la desinformación, el reto que tiene el Sistema Nacional de Salud es reconducir a los pacientes por los cauces profesionales y científicos debidamente acreditados para que la atención psicológica no recaiga en pseudoterapias.