Estudiar alarga la vida

La esperanza de vida es una estadística a nivel poblacional que refleja el número medio de años de vida que le queda por vivir a una persona de una determinada edad. Por ejemplo, la esperanza de vida al nacer es la duración media de la vida de los recién nacidos. 

Si viajamos en el tiempo y nos vamos a la Inglaterra medieval, la esperanza de vida al nacer en una familia aristocrática era de 31,3 años, pero la esperanza de vida para uno de sus miembros cuando alcanzaba los 25 años era de 25,7. Esto significa que aquellas personas que nacían en una familia aristocrática y alcanzaban los 25 años podían llegar a vivir hasta los 50,7 años como promedio.

A más estudios más esperanza de vida

No es ningún secreto que aquellas personas que tienen hábitos saludables y que, además, son capaces de controlar de forma óptima los niveles de estrés y ansiedad tienen una esperanza de vida mayor. Quizás lo que no sea tan conocido es que el nivel de formación académico también influye en los años que pueden vivir y, seguramente esto es lo más importante, con buena calidad de vida.

Según un estudio realizado hace algún tiempo en las Universidades del País Vasco y la Autónoma de Barcelona las mujeres de 65 años con estudios primarios tienen una esperanza de vida de 22,4 años, una cifra que se eleva hasta 24.7 si tienen estudios universitarios. En el caso de los varones, estas cifras son un poco inferiores: 18,2 años y 20,4 años, respectivamente.

En este estudio también se analizó la calidad de la esperanza de vida, los hombres con estudios viven 4,5 años más con buena salud (12,53 años) en relación con aquellos que tienen estudios primarios (7,97 años). Esta diferencia es todavía más acusada en el caso de las mujeres, ya que las universitarias viven el doble de años con buena salud (13,54 vs 6,73 años).

Tan mortal como el tabaquismo

Si salimos de nuestras fronteras, con anterioridad ya había estudios científicos estadounidenses que se habían ocupado de este tipo de análisis. Hay que tener en cuenta que el asunto no es baladí ya que en ese país hay más de un 10% de adultos entre 25 y 34 años que carecen de estudios, y un 28.5% que tiene formación educativa pero no universitaria.

Investigaciones realizadas en Princeton, tras analizar casi 50 millones de registros de certificados de defunción entre 1990 y 2018, descubriendo que aquellas personas que tenían un título universitario habían vivido, por término medio, tres años más. 

Otro grupo de investigadores, en este caso de la Universidad de Colorado en Denver (Estados Unidos), realizaron un estudio que interrelacionaba la educación y los estudios con la salud. 

Según los autores más de ciento cuarenta mil muertes podrían haberse evitado si los fallecidos hubieran terminado los estudios de secundaria. Una cifra comparable al número estimado de muertes que podrían evitarse si los fumadores abandonasen el tabaco.

En definitiva, la educación además de reportar mayores oportunidades salariales y de empleo puede prolongar la esperanza de vida, ya que las personas con mayor formación tienen una diferente percepción del bienestar y una mayor preocupación por la “alfabetización de la salud” (entienden mejor la patología que padecen, se someten a mayor número de pruebas médicas, tienen hábitos de vida más saludables…).

Estos estudios remarcan también la necesidad de realizar políticas e intervenciones que mejoren la formación de la población, ya que con ello mejoría la supervivencia.

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