Por Andrea Martín
27 de noviembre de 2023Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas que necesitan alguna prótesis, desde hace décadas los científicos han estado buscando la forma de originar nuevas tecnologías que cumplan este propósito. Desde tobillos robóticos que mejoran la postura y los movimientos de las personas amputadas hasta prótesis de esternón y clavículas a medida para reconstruir la caja torácica de un paciente. Estas y muchas otras son algunas de las innovaciones que están permitiendo este objetivo. La última ha venido de la mano de investigadores de la Universidad británica de Columbia (UBC), en Canadá, que han desarrollado una “piel” que abre la puerta a una amplia gama de aplicaciones en robótica y prótesis.
Se trata de un sensor inteligente, extensible y altamente sensible que, cuando se aplica a la superficie de una prótesis de brazo o a una extremidad robótica, proporciona sensibilidad táctil y destreza. Esto permite realizar tareas que pueden resultar difíciles para las prótesis actuales, como coger un trozo de fruta blanda. A su vez, el dispositivo también es suave al tacto, como la piel humana, lo que ayuda a que las interacciones humanas sean más seguras y realistas. “Nuestro sensor puede detectar varios tipos de fuerzas, lo que permite que un brazo protésico o robótico responda a estímulos táctiles con destreza y precisión. Por ejemplo, el brazo puede sostener objetos frágiles como un huevo o un vaso de agua sin aplastarlos ni dejarlos caer”, explica el autor del estudio, el doctor Mirza Saquib Sarwar.
El sensor está compuesto principalmente por caucho de silicona, el mismo material que se utiliza para crear muchos efectos especiales de piel en las películas. El diseño le permite tener la capacidad de doblarse y arrugarse, como la piel humana.
De acuerdo con Madden,los sensores y la inteligencia están haciendo que las máquinas sean más capaces y realistas, permitiendo cada vez más a las personas trabajar y jugar junto a ellas, pero se puede lograr mucho más. “La piel humana tiene cien veces más puntos de detección en la yema del dedo que nuestra tecnología. A medida que los sensores continúan evolucionando para parecerse más a la piel, y también pueden detectar temperatura e incluso daños, es necesario que los robots sean más inteligentes sobre a qué sensores prestar atención y cómo responder. Los avances en sensores e inteligencia artificial tendrán que ir de la mano”, concluye.