Un grupo de científicos británicos ha logrado detectar en la retina humana señales capaces de pronosticar la aparición de algunas enfermedades no oculares, como son el parkinson, los ataques cardiacos y los accidentes cerebrovasculares.

Los hallazgos del estudio, que ha sido publicado en la revista Nature y realizado por investigadores del Moorfields Eye Hospital y del University College (Londres), contribuyen a la conformación de la oculómica, un campo que estudia los biomarcadores oftálmicos –vía software- para predecir la aparición de enfermedades sistémicas.

El sistema utilizado se llama RETFound y es uno de los primeros fundacionales basados en Inteligencia Artificial (IA) para la atención sanitaria. Básicamente consiste en analizar la morfología de las retinas de pacientes sanos y contrastar la información con la obtenida de las retinas de los pacientes objetos de estudio, de forma que el algoritmo sea capaz de discriminar el grupo que tiene mayor número de posibilidades de desarrollar la enfermedad en el futuro. A diferencia de otros sistemas de inteligencia artificial, RETFound funciona de forma óptima tanto en poblaciones diversas como en pacientes con enfermedades raras. Los investigadores, liderados por el profesor Pearse Keane, señalan que la herramienta proporciona una fiabilidad próxima al 96%, con una antelación diagnóstica de 15 años. 

Los científicos ingleses han decidido mantener el modelo en abierto, a través de GitHub, una plataforma internacional de desarrolladores, para que gratuitamente cualquier institución del mundo se pueda beneficiar de la información de millones de escáneres oculares de la retina.

Cambios muy sutiles

El párkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta, fundamentalmente, al sistema motor pero que también perjudica la visión, al reducir la agudeza visual y dificultar la capacidad para enfocar objetos.  

A nivel retiniano se ha observado que los pacientes con enfermedad de Párkinson tienen patrones morfológicos diferentes, pero al ser extremadamente sutiles dificulta su identificación por parte de los médicos clínicos. Entre ellos se encuentra, por ejemplo, una capa nuclear interna retiniana y un tamaño de la capa plexiforme de las células ganglionares, las encargadas de enviar la información visual al cerebro, de diferentes grosores. Hallazgos que, como se ha comentado, sí pueden ser detectados con la IA.

“Este es otro gran paso hacia el uso de la IA a la hora de reinventar el examen ocular del siglo XXI, tanto en el Reino Unido como a nivel mundial. Mostramos varias condiciones ejemplares en las que se puede usar RETFound”, explica, uno de los autores del estudio.

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