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Por Nuria Cordón
27 de diciembre de 2022“No recuerdo haber querido ser otra cosa que no fuera médico. Ya desde muy joven, cuando mis amigos del colegio soñaban con ser futbolistas y muchos de ellos incluso youtubers, yo ya lo tenía muy claro; quería estudiar medicina para intentar comprender cómo funciona esta máquina tan compleja y a la vez tan perfecta que es el cuerpo humano”.
Mario tiene 22 años y es uno de los más de 42.000 estudiantes que hace cuatro años se matriculó en una de las 46 facultades de medicina que actualmente hay en España. Aunque siempre ha tratado de huir de las etiquetas -considera que no aportan ningún beneficio al individuo- forma parte de la denominada Generación Z, aquella que nació entre la década de los 90 y el nuevo siglo y que tiene un marcado denominador común: su estrecha relación con la tecnología. La generación de Mario es nativa digital. Son los primeros que han crecido en un mundo de smartphones, redes sociales y acceso instantáneo a la información, por lo que existe un equilibrio casi natural entre su vida real y la cibernética.
Ese equilibro les ha ido acompañando en todos los ámbitos de la sociedad: en sus relaciones personales, en el ocio y, como no, en uno de los más importantes en estos momentos de sus vidas; en el académico, concretamente en el mundo universitario, donde las reglas del juego están cambiando a pasos agigantados y los estudiantes esperan de su institución educativa el mismo tipo de experiencia e interacciones que pueden tener en su día a día. Por esta razón, los responsables de las universidades avanzan desde hace años hacia una transformación digital plena con el fin de ofrecer a los alumnos una oferta educativa adaptada a sus intereses y necesidades.
Las facultades de medicina son el ejemplo claro de esta evolución. Si hay un sector que ha sufrido una excepcional transformación gracias a la tecnología, este es el de la salud. La inteligencia artificial, la robótica, los algoritmos, la ciencia de datos o las comunicaciones ultrarrápidas de banda ancha están reconfigurando este sector hasta límites insospechados. ¿Cómo? Diagnosticando con eficacia, eliminando procesos que hacen los médicos y que harán surgir nuevas profesiones en el mundo sanitario. De hecho, ya existen. Estamos en manos de la biotecnología. Por otro lado, la telemedicina se está convirtiendo en una forma de dar asistencia médica a través de plataformas digitales de forma masiva, ofreciendo una atención cada vez más personalizada.
En este contexto, las facultades deben actualizar sus planes educativos e incluir una educación en salud digital para que los futuros médicos puedan brindar una atención segura y equitativa al paciente. “El papel de la tecnología en el mundo de la sanidad ha experimentado un desarrollo exponencial. No ha sido lineal”, explica Fernando Caballero, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud en la Universidad Francisco de Vitoria. Esto se ha visto más claro durante la pandemia. “En otras condiciones, el desarrollo de una vacuna eficaz, con las tasas de mejora de la mortalidad y gravedad de la enfermedad que hemos visto, hubiera llevado décadas, y se ha conseguido en meses gracias a una tecnología nueva, a un nuevo enfoque”. Para el decano de la universidad, “estamos en un punto en el que la tecnología todo lo permite, si lo podemos imaginar, lo podemos hacer”.
Aunque, para algunos, los planes curriculares de las universidades de Ciencias de la Salud aún siguen siendo muy conservadores, es importante tener en cuenta que “las facultades tienen una finalidad generalista, polivalente, para después, en la residencia MIR, llevar a cabo la especialidad y profundizar en áreas más específicas. Por tanto, desde ese punto de vista, tiene sentido que tenga ese enfoque más generalista y no vayan más allá”, explica Caballero.
Aun así, todos los expertos coinciden en que es necesaria una actualización. “Las nuevas tecnologías son la punta de lanza de cualquier especialidad y marcan las nuevas terapias, los diagnósticos en según qué patologías… por lo que es muy necesario introducirlas en el grado. El dilema está en definir qué contenidos sacrificar, encontrar el equilibrio justo”.
Lo que ya nadie duda es que el médico del futuro será un profesional muy diferente al de hoy. Así se refleja en la primera parte del estudio Mé[email protected] competentes en el horizonte 2030-2040, publicado por el observatorio Luzan 5 Health Consulting. De acuerdo con el informe, en una o dos décadas, los médicos poseerán un alto grado de profesionalidad, necesitarán reciclarse con una formación continua y proactiva y, más allá de las competencias clínicas, deberán tener amplias competencias digitales y transversales, como comunicación, trabajo en equipo y liderazgo.
En pocas palabras; el mundo se transformará debido a la tecnología. La inteligencia artificial, el machine learning o el big data serán protagonistas de un nuevo escenario donde el profesional sanitario será muy diferente al de hoy en día. Más tecnológico y digital, tendrá que manejar equipos y dispositivos mucho más sofisticados y estar superespecializado. Además, serán imprescindibles conocimientos básicos en áreas como la genética, la proteómica, la biómica, la informática o la computación; pero también el humanismo, la bioética y los valores.
Todos estos nuevos rasgos del perfil sanitario han de empezar, y de hecho ya han empezado, a ser tenidos en cuenta dentro de los planes curriculares, si queremos que el médico del futuro se empiece a formar en nuestras universidades. “Como estudiantes en pleno siglo XXI, estamos acostumbrados a utilizar aplicaciones y dispositivos, por lo que debemos estarlo en su uso en el contexto de la atención clínica. Es el momento de dar el salto”, explica Mario. Un claro ejemplo de lo que es acercar la tecnología para que “nadie se quede fuera de la foto”. Y es donde Telefónica lleva años trabajando porque cree firmemente que es clave que las personas tengan acceso a la tecnología para tener más oportunidades y que la sociedad pueda progresar en su conjunto.