Por Virginia Delgado
4 de junio de 2025“¿Podemos curar una lesión en el corazón sin realizar ninguna incisión?”. “¿Es posible saber dónde hay una irregularidad en su funcionamiento sin hacer un TAC o una resonancia previa?” Sí, es posible y se puede.
Algo que podría ser ciencia ficción no lo es gracias al dispositivo Corify, desarrollado por la empresa Corify Care (una spin-off del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y de la Universitat Politècnica de Valencia). Un sistema que consigue mapear el corazón sin tocarlo, en tan sólo 10 minutos y en tiempo real.
Es una revolución en el mundo de la sanidad tanto por lo que supone para los médicos como para los pacientes. A los primeros les facilita el trabajo, permitiéndoles visualizar el corazón de forma segura, rápida y eficaz, y a los segundos les mejora su calidad de vida. “Con él, los profesionales pueden observar una representación tridimensional de este órgano y registrar, simultáneamente, su actividad eléctrica en todas las cavidades. Proporciona mucha información que no se podría obtener de otra forma. Es una nueva forma de ver el corazón, que permite aprender mucho de él”, explica a Medicina Responsable Andreu Climent, CEO y cofundador de Corify Care.
Climent es doctor en Ingeniería Electrónica, experto en electrofisiología y uno de los “padres” del invento. Una creación que empezó a gestarse hace 20 años en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid y en la Universitat Politècnica de Valencia (UPV). “Hace dos décadas, un equipo de ingenieros y médicos se unió para convertir una idea en una tecnología revolucionaria. Lo que comenzó como un proyecto de investigación se convirtió en algo mucho más grande gracias a su perseverancia y a un compromiso inquebrantable con los pacientes”, subraya el creador de la tecnología.
Corify es el primer dispositivo médico certificado que ha salido del sistema madrileño de salud. No obstante, antes de su certificación, ha pasado por muchas fases; prototipado, diseño, fabricación a escala, procesos de seguridad eléctrica, auditoría regulatoria...
Respecto al apoyo recibido, no sólo fue bienvenido sino necesario. “Se interesaron por el proyecto inversores privados. Su respaldo fue importante porque la tarea que se desarrolló no se puede hacer desde el sistema público, debido a los procesos regulatorios, de escalado o de fabricación que implica. Al final, es un procedimiento que no lo hacen los hospitales, sino el sector privado. Por nuestra parte, tuvimos que montar la empresa, Corify Care, que es una spin-off del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y de la Universitat Politècnica de Valencia”.
La patente de Corify es del centro hospitalario madrileño. No obstante, el dispositivo está operativo en otros centros hospitalarios de Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Lisboa, Suecia y, próximamente, lo estará en Frankfurt, Bilbao, Berlín y Estados Unidos.
A día de hoy, el innovador dispositivo ha mapeado a 1.800 pacientes. “En el último año, han sido unos 800 y, ahora, se está utilizando en unos 40 a la semana. Cada vez hay más pacientes con arritmias cardiacas. Uno de cada tres adultos, en algún momento de su vida, va a sufrir alguna”, subraya el ingeniero.
La apariencia del Corify es la de un chaleco con electrodos. “Realmente, son cuatro pegatinas grandes que contienen muchos sensores y se colocan en el tronco del paciente. Con la actividad eléctrica que se genera puedes saber qué está pasando en el corazón”, explica Climent. En el proceso participan electrofisiólogos, cardiólogos y enfermeros.