Cuando Narciso no se reconoce en su reflejo

Hoy son muchas las voces que quieren ser escuchadas. Voces de adolescentes cuya identidad de género no se corresponde con la asignada biológicamente al nacer. Voces de personas adultas que se tratan hormonalmente durante varios años antes de someterse a una cirugía de reasignación de sexo que les cambiará la vida para siempre.

En el Día Internacional de la Visibilidad Transgénero “las personas trans salen a la calle para reclamar la igualdad a través de la educación y el avance político y social”. Así lo explica Daniela Requena, secretaria del área LGTBI y Diversidad de la Comunidad Valenciana y periodista reconocida en la red social Tik-Tok dónde acumula más de 825.000 seguidores con el nombre Daniela Sirena.

La autora del libro “Mamá soy mujer. Diario de una chica trans”, hoy por hoy, se encuentra feliz al mirarse al espejo, pero asegura que ha tenido que quemar etapas muy difíciles y que su camino habría sido mucho más fácil si hubiera habido más voces dispuestas a romper el tabú de la realidad trans.

 

 

 

 

Daniela está a favor del nuevo Anteproyecto de ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, que permite desde los 16 años cambiar el sexo, además de prescindir de la hormonación y de los tribunales médicos como obligatorios antes de una operación quirúrgica de cambio de sexo.

 

Los expertos, en contra
El prestigioso cirujano plástico César Casado recomienda “no recurrir a la intervención quirúrgica de cambio de género si no se ha cumplido la mayoría de edad”, y el psicólogo Javier Urra insiste en que “las personas transgénero requieren un acompañamiento psicológico, hormonal y que la intervención quirúrgica se posponga a los 18 años. En caso de ser menores debe haber un informe psicológico clínico y sería interesante que la intervención no se produjera antes de los 16 años”.

 

 

 

Actualmente para que una persona pueda someterse a una cirugía de reasignación de género por la sanidad pública tiene que pasar por varias etapas.

Tras acudir al médico de cabecera y que éste le derive a una Unidad de Género (las principales están en Madrid y Barcelona) dónde hay endocrinos, ginecólogos, médicos y psicólogos, entre otros profesionales sanitarios, la persona que se quiere operar quirúrgicamente tiene que hormonarse dos o tres años y pasar por una prueba denominada test de la vida real.

La hora de empezar a vivir como siempre se ha querido
El test de la vida real consiste en que la persona asuma el rol del género que siente como suyo. ¿Qué significa esto? “Que ha llegado la hora de empezar a vivir como siempre se ha querido”, comenta el cirujano plástico, César Casado. El punto de partida es el cambio de nombre. Después, toca vestirse de acuerdo con el sexo que se quiere tener y comportarse (hablar, moverse) como tal. En este momento es clave la aceptación social. Solo si esta prueba resulta positiva, se da el paso de plantear una cirugía de reasignación sexual.

“Esta experiencia resulta difícil para la familia y es una experiencia muy dolorosa para la persona transexual”, apunta Urra, especializado en salud mental infanto-juvenil, quien afirma que “un 20% de los jóvenes que se operan para un cambio de género con menos de 18 años quieren volver después a su identidad anterior”.

Según la doctora Caitlin Ryan de la Universidad de California el rechazo familiar multiplica por ocho el riesgo de suicidio en jóvenes lesbianas, gays, bisexuales y transexuales.

A pesar de todos estos estudios, la mayoría de los trans pueden rehacer su vida. El ejemplo más claro es el de Daniela Sirena, su vida demuestra que es posible sentirse completa y feliz cuando una se mira ya sin miedo al espejo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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