Por Aurora Molina
12 de diciembre de 2023“En mis primeras veces me tragaba el semen porque pensaba que era lo que se hacía. En el porno estaba bien y lo consideraba atractivo”. Carlota, 24 años, consumió por primera vez contenido pornográfico a los 15. “La primera toma que tuve con este tipo de contenido fue en revistas de los kioscos como Interviú”. Marta, 23 años, reconoce haber consumido porno siendo menor de edad. “La primera vez fue hacia los 13. Recuerdo que no tuve ningún problema para acceder, no había control”, explica Pedro, 31 años. Al igual que estos tres jóvenes, cuyos nombres son ficticios porque quieren mantener su anonimato, actualmente el 45% de los adolescentes y jóvenes aseguran haber consumido contenido pornográfico antes de los 18 años, según recoge la investigación “Juventud y pornografía en la era digital. Consumo, percepción y efectos” de FAD.
Las consecuencias de entrar en contacto con el porno antes de la mayoría de edad pueden afectar, según los expertos, a diferentes aspectos en el desarrollo de la persona. No solamente afectan al tipo de práctica sexual que realicen, como le sucedió a Carlota al pensar que tragarse el semen de su pareja sexual era algo atractivo e incluso algo que debía hacerse; sino que también pueden afectar a la propia salud mental de la persona.
Así lo señala el sexólogo clínico Alejandro Villena en una entrevista con Medicina Responsable: “El acceso temprano a la pornografía puede tener efectos en la salud mental y en el desarrollo psicosexual de los adolescentes. Los preadolescentes están en un momento de desarrollo donde tenemos un cerebro vulnerable y van construyendo una narrativa sobre la sexualidad”. Esa sexualidad, según añade Villena, no se ajusta a la realidad y va quemando etapas. Es decir, “la sexualidad es como una planta que tiene que crecer poquito a poco. No hay que acelerarla o arrancarla para que crezca más rápido y, esto es lo que le pasa a los adolescentes con la pornografía, que rompen su inocencia porque se les acelera el proceso de crecimiento de la sexualidad”.
Como Carlota, dos de cada diez jóvenes creen que acudir al porno es un recurso útil para su educación sexual, según indica el informe de FAD. Pero, nada más lejos de la realidad, y como apunta el sexólogo Villena, consumir este tipo de contenidos puede dar lugar “a una visión cosificante de las personas, ya que a mayor consumo, mayor instrumentalización de las personas”. Sabemos, añade, que esta visión cosificante provoca “unos estereotipos de género más marcados donde se piensa que el hombre es más dominante y la mujer sumisa”.
Cuando somos niños, tenemos esa inocencia característica de la que anteriormente hablaba Villena. Y como la inocencia, también tenemos una curiosidad innata por conocer todo lo que nos rodea. ¿Cuándo no hemos escuchado a un niño preguntar ‘por qué’ muchas veces? Sin embargo, en este caso, tal y como apunta el sexólogo Alejandro Villena, “a esas edades es la propia industria la que busca a los preadolescentes. El 70% de ellos accede por accidente, ni siquiera hay esa curiosidad o ganas de aprender información que pueden buscar cuando sean mayores”. Esto es precisamente lo que le sucede al 18% de los jóvenes que, según la investigación de FAD, acceden a este tipo de contenidos de forma accidental. “Es prioritario que limitemos la oferta, que parece infinita en el ámbito digital, y las posibilidades de acceso a este tipo de contenidos a los menores”, explica Beatriz Martín Padura, directora general de FAD. Además, propone poner en marcha “los controles necesarios para que no encuentren y puedan consumir pornografía sin ni siquiera buscarla. Es un tema complejo, donde tienen responsabilidad muchos actores, pero que no lo podemos demorar”.
Según la Agencia Española de Protección de Datos, los menores tienen diferentes vías de acceso a la pornografía. Generalmente se produce a través de búsquedas intencionadas o inintencionadas, contenidos de ocio y videojuegos, acceso mediante rees sociales y a través de servicios de publicidad online.
Con el objetivo de frenar esta práctica tan temprana, desde el organismo ofrecen diferentes sistemas:
Sin embargo, también resulta necesario conocer cómo algunos menores consiguen esquivar este tipo de medidas. Usar proxy online para acceder a contenido web restringido, conectarse a redes WiFi no protegidas o VPNs gratuitas y de pago son algunas de las vías que ayudan a saltarse los controles parentales. Por ello, las medidas propuestas desde la Agencia Española de Protección de Datos colaboran a que este tipo de acciones sean, al menos, más complejas de conseguir.