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A mal tiempo, no hay buena cara: así nos influye la lluvia

Las constantes precipitaciones y la presión atmosférica afectan a nuestro cerebro y sistema nervioso

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A mal tiempo, no hay buena cara: así nos influye la lluvia

Por Virginia Delgado

21 de marzo de 2025

“¡Qué hartura de lluvia!” "¿Cuándo va a dejar de llover?” “¿Veremos el sol en algún momento?” 

Desde hace un mes, en prácticamente todos los puntos de España, se escucha a alguien pronunciar estas palabras. Y lo peor es que no vienen acompañadas por un tono alegre por dar la bienvenida al agua, tan ansiada en otras épocas. Más bien, la tonalidad es de hastío. Y es que, reconozcámoslo, tanta precipitación nos pone tristes y de mal humor. 

Y, ¿por qué? ¿Cuál es la razón por lo que el mal el tiempo agría nuestro carácter y estamos más irritables? La respuesta está en nuestro interior: sufrimos lo que se llama trastorno afectivo estacional (TAE), algo así como una depresión leve que se presenta cuando la meteorología es adversa. 

No es algo nuevo. Esto ya ocurría hace millones de años. “De toda la vida, el clima ha condicionado o ha marcado el comportamiento humano. En épocas muy remotas, los fenómenos meteorológicos muy adversos, como el frío o la lluvia, hacían que la gente se refugiase en cuevas. Esto es, se aislaba. Eran épocas de sufrimiento para ellos”, explica a Medicina Responsable Carla Duch Ceballos, psicóloga general sanitaria. Una conducta que, como añade, “sigue sucediendo porque con el mal tiempo nos metemos en casa y nos aislamos, provocando que no nos relacionemos, no socialicemos y estemos más solos y aburridos. Los planes al aire libre y las expectativas se truncan”.

En estas situaciones nuestro cuerpo experimenta cambios. Las alteraciones en la presión atmosférica llegan a producir modificaciones en nuestro sistema nervioso y en el cerebro. “La serotonina (un neurotransmisor implicado en la regulación emocional) disminuye y esto nos afecta. En invierno, sucede mucho, por lo que la gente está mucho más depresiva. Sin embargo, en épocas más cálidas, las personas con trastorno mental grave mejoran mucho”, subraya la psicóloga.

Pero no todos los males son psicológicos, Duch también explica que nuestro cuerpo “sufre” físicamente. “Cuando estamos mojados y húmedos, estamos incómodos y esto nos hace ponernos de mal humor y mostrarnos enfadados y tristes. La mente y el cuerpo van de la mano”, añade Duch. 

Nos mojemos mucho o poco, lo importante es no decaer. Para ello, la psicóloga nos da una serie de consejos que van más allá de cuidar la alimentación y dormir bien. “Hay que pensar que esta etapa es temporal y que vendrá el buen tiempo. Podemos sacar cosas buenas de esto. No deja de ser un aprendizaje y una etapa de tránsito de emociones. Sin las nubes ni la lluvia, no valoraríamos el sol”, subraya la psicóloga. 



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