Por Virginia Delgado
10 de enero de 2025“Advierten de la presencia de hepatitis A en fresas procedentes de Marruecos”. “Alertan de la llegada a España de ostras contaminadas con norovirus”. “Informan de la existencia de alérgenos no declarados en dados de rape congelados procedentes de China”.
Estas noticias y otras similares han circulado por redes sociales y se han publicado en medios de comunicación en los últimos meses. Si nos quedamos con el titular, parecen alarmantes, pero si seguimos leyendo, veremos que se trata de alertas sobre productos de nunca llegaron a los consumidores.
Estos avisos son más habituales de lo que creemos; en 2024 se dieron casi 900. ¿Quién los notifica y cuándo?
Como miembro de la UE, España pertenece al Sistema de Alerta Rápida de Alimentos y Piensos (RASFF), una red que permite a los 27 Estados miembros, a la Comisión Europea, a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y a Islandia, Liechtenstein y Noruega intercambiar información de forma rápida cuando se detecta una alerta alimentaria con riesgo para la salud. “Cuando esto sucede, el producto entra en una lista negra y se bloquea. Se opta por devolverlo o tirarlo”, explica a Medicina Responsable Álvaro Mateos Amann, veterinario especialista en seguridad alimentaria y peritajes judiciales y presidente de la Sociedad Científica de Salud Pública Veterinaria (AVESA).
Mateos asegura que “podemos estar tranquilos” porque el control que actualmente tenemos en la Unión Europea “es envidiable en todo el mundo”. Un control que se hace sobre los productos que llegan de terceros países y también de la UE, aunque aquí haya libre distribución. “Todos los Estados miembros han de cumplir la misma normativa. Cada año se someten a controles internos para ver que, efectivamente, la siguen. Las inspecciones garantizan un sello a las empresas, que tiene el nombre del país y las siglas CE o UE. Esto es lo que nos tiene que dar confianza”, explica el presidente de la Sociedad Científica de Salud Pública Veterinaria.
Respecto a la vigilancia que se hace a los alimentos que llegan de terceros países, Mateos Amann indica que todos tienen que venir con una serie de requisitos, que son los mismos a los que se exige a un Estado de la UE. “Los países no miembros interesados en vender sus productos en territorio europeo, tanto de origen animal como vegetal, tienen que solicitarlo y acreditar ante la Unión Europea que pasan por los mismos controles que los nuestros. A partir de ahí, se les hace una visita para comprobar que, efectivamente, son iguales y satisfacen. Después, se procede a reconocer las plantas productoras, envasadoras…”, añade el veterinario especialista en seguridad alimentaria.
No todos los países no pertenecientes a la UE pueden vender todos sus productos dentro de nuestras fronteras. Hay algunos, como los de África, que no están autorizados para vender carne. “Es por la fiebre aftosa. Esta enfermedad animal no la tenemos en la UE y se introduciría”, explica. De allí sí importamos pescado y productos de origen vegetal. “El control se centra en los pesticidas y en los residuos que se utilizan en la agricultura y pesca”, añade el presidente de AVESA.
En la última década, solo las importaciones de fruta y verdura de fuera de la UE se han duplicado y representan el 40% de lo que llega a los hogares españoles. Maíz, café, frutos secos, aceite de girasol, kiwis… son algunos de los alimentos que España compra de países como Brasil, China, Marruecos, Estados Unidos y Ucrania, los cinco mayores vendedores.
La información del Sistema de Alerta Rápida de Alimentos y Piensos (RASFF) es pública y de libre acceso a través de su web. Allí es donde podemos acceder para conocer los avisos que los países de la UE dan sobre alimentos o productos que han detectado como riesgo para la salud. Es importante tener claro que es una información facilitada a todos los Estados miembros una vez se ha detectado la contaminación y se ha intervenido el producto, por lo tanto, no ha llegado a manos de los consumidores. Son avisos que sirven para que tomen medidas y eviten que crucen sus fronteras.
En cuanto a los datos facilitados, se especifica la categoría del producto afectado, la contaminación alimentaria, el país de origen, el de destino y la gravedad de la alerta (seria, potencialmente seria, no seria o de riesgo).