Por Andrea Rivero
22 de abril de 2022La enfermedad meningocócica se transmite por contacto directo con las secreciones nasales o faríngeas de una persona infectada al toser, estornudar, hablar, etc. Es muy sencillo que se contagie entre bebés y niños, aunque también afecta a los jóvenes. Por ello, los expertos insisten en la importancia de las vacunas para erradicar la meningitis.
Suena a enfermedad del pasado, pero en pleno siglo XXI, en España la sepsis meningocócica es la primera causa de muerte por infección en niños y adolescentes de acuerdo con la Asociación Española de Pediatría. La única herramienta útil contra la meningitis es la vacunación. Aunque existen tratamientos con antibióticos, estos tienen una eficacia muy limitada debido a la rapidez con la que se puede desarrollar la infección.
En relación a las vacunas el doctor Francisco Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, indica que, “aconsejamos vacunar sistemáticamente frente al meningococo B a todos los lactantes con inicio a los dos meses de edad. Así como vacunar frente a los meningococos A, C, W e Y con una dosis a los 4 meses de MenC-TT y dos dosis de MenACWY, una a los 12 meses y otra a los 12-14 años”.
La vacuna del meningococo B protege contra la meningitis y la sepsis. La sepsis puede generarse como consecuencia de la meningitis, al provocar una intoxicación de la sangre. A pesar de tratarse de una afección muy grave pocas comunidades autónomas la financian. Solo se encuentra disponible en los calendarios de vacunación de Cataluña, Canarias, Andalucía y Castilla y León.
Desde la Asociación Española de Pediatría insisten en la importancia de que se extienda al resto del país. El doctor Álvarez apunta que, “la retirada de las mascarillas podría traer consigo un repunte de infecciones, al igual que se ha visto con enfermedades infecciosas que se contagian por las vías respiratorias como la gripe”.
La meningitis y la sepsis son enfermedades peligrosas que se pueden ocultar tras síntomas comunes como la fiebre, el dolor de cabeza o los vómitos. Debido a esto no siempre se realiza un diagnóstico temprano, con las consecuencias que ello conlleva.