Por Julia Porras
5 de octubre de 2022Un test que puede predecir, en tan solo 10 minutos, si la fiebre de un niño es señal de una enfermedad grave o de algo banal. Esta es la herramienta que en la actualidad está desarrollando ISGLOBAL, (Instituto de Salud Global de Barcelona).
El nuevo sistema busca detectar biomarcadores que permitan a los profesionales predecir la evolución del paciente para decidir si la infección será banal y pueden enviar al niño a casa, o bien si tendrá una evolución grave y es necesario su ingreso hospitalario. Actualmente, en los países desarrollados, cuando un niño presenta fiebre, los profesionales sanitarios evalúan los síntomas que manifiesta e intentan identificar el patógeno que la causa para prescribir el tratamiento más idóneo. Gracias a este nuevo test, permite a los profesionales tomar la mejor decisión en poco tiempo, con el ahorro de costes que implica, e incluso podría ser utilizado por las familias en su propia casa para determinar si deben llevar a su hijo a urgencias o no.
Al ser un proyecto pensado para su uso a nivel global, el objetivo en los países pobres o en vías de desarrollo es disminuir la mortalidad infantil, ya que determinará la existencia de una enfermedad grave. “En este caso, el test podrá ser utilizado por personal sanitario que no sean médicos, es decir enfermeros u otro tipo de personal sanitario, incluso sin formación”, afirma el doctor Quique Bassat, pediatra en el Instituto de Salud Global de Barcelona, especialista en enfermedades infecciosas y uno de los impulsores del proyecto. La importancia de esta prueba en los países pobres que no disponen de tantas herramientas diagnósticas podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte de un niño.
El proyecto ha sido galardonado con el premio i4KIDS Start, en el marco de la Pediatric Innovation Day, una jornada impulsada por el Hub i4KIDS, y ha sido dotado con 15.000 euros y acceso al programa pre-aceleración de Barcelona activa, para que pueda llevarse a cabo en los próximos años. Según su creador, el proyecto se encuentra en su primer año de desarrollo y necesitará al menos cinco más, “para llevar a cabo ensayos clínicos en paralelo a la creación y fabricación de un prototipo que pueda lanzarse al mercado”, afirma el doctor Basset.
La idea de su comercialización es “conseguir que se pueda llegar a implementar en el sistema nacional de salud e incluso que la gente pueda tenerlo en sus casas”, concluyen Basset.