Por Pedro Martínez
27 de enero de 2025Normalmente asociamos el frío propio del invierno con un mayor número de personas afectadas por virus respiratorios como son gripe, neumonía o el coronavirus. Sin embargo, la piel, que es el órgano más grande del cuerpo, también experimenta un empeoramiento.
“Las personas que están afectadas por patologías dermatológicas previas como son psoriasis, rosácea y dermatitis atópica sufren brotes en esta época del año debido a que el frío provoca deshidratación de la piel y mayor hiperreactividad a las agresiones externas”, explica el doctor Miguel Sánchez Viera, director del Instituto de Dermatología Integral.
La psoriasis es una enfermedad crónica de carácter autoinmune con un marcado componente genético y que se desarrolla en brotes. Esta enfermedad puede ver sus síntomas empeorados debido a factores externos como el frío, que provoca deshidratación y que, unido a la sequedad que producen las calefacciones, erosionan la piel en forma de irritaciones, rojeces y picazón.
Los pacientes con rosácea (enfermedad dermatológica crónica) son otros damnificados del invierno. El cambio constante de temperatura, frío en la calle y calor en los interiores, provoca que los capilares de la piel del rostro (la más expuesta) se dilaten, lo que se traduce en rojeces, síntoma característico de la rosácea.
La dermatitis atópica, otra condición dermatológica crónica, también empeora con las temperaturas frías. La piel presenta sequedad extrema, mayor irritación, picor intenso e incluso sensibilidad a la ropa, especialmente a las fibras sintéticas, aunque también a la lana, siendo recomendable optar por prendas de algodón. “Además de las bajas temperaturas, el viento y la sequedad del ambiente hacen que la barrera hidrolipídica de la piel se dañe, lo que supone que aparezcan irritaciones, rojeces, descamaciones e, incluso, grietas o heridas. Es normal que principalmente se den en zonas del rostro como la barbilla, los labios y las manos”, añade el doctor Sánchez Viera.
El sol de invierno es otro de los agentes externos que afectan en gran medida a la piel, especialmente si practicamos deportes de invierno. La sensación de frío y la tendencia a asociar las quemaduras o el cáncer de piel con el sol del verano, hace que se ignoren las medidas de fotoprotección, que deben tomarse durante todo el año. Según Sánchez Viera, “la nieve en realidad son pequeños cristales de hielo que actúan como excelentes reflectores del sol, lo que significa que la radiación solar se recibe en dos direcciones: desde la propia superficie y desde el sol. Si sumamos esta combinación con el menor grosor de la atmósfera en zonas más altas el riesgo de quemaduras aumenta. Sobre todo, en zonas expuestas que ignoramos a la hora de aplicar protectores como las ventanas de la nariz, debajo de la barbilla, las orejas o el cuero cabelludo en aquellas personas con alopecia o con el pelo ralo”.
Para evitar el empeoramiento de estas patologías es recomendable llevar a cabo ciertas prácticas preventivas.
La hidratación, mediante cremas hidratantes y humectantes, es esencial en el buen cuidado de la piel. Las cremas hidratantes proporcionan una hidratación extra a la piel, lo que mejora su elasticidad y tesura. Por su parte las cremas humectantes evitan la pérdida del agua que hay de forma natural en la piel y ayudan a las cremas hidratantes en su proceso proporcionando agentes hidratantes extra. La mejor opción es optar por cremas que cumplan esta doble función y con ingredientes activos como las ceramidas, vitamina C, antioxidantes, ácido hialurónico, pantenol, urea, etc. De esta manera, la barrera hidrolipídica de la piel estará más sana y, en caso de resultar dañada, se reparará más rápidamente.
Es necesario evitar el uso de productos agresivos, optando mejor por productos que no posean químicos no naturales. Además, la fotoprotección es crucial; es necesario aplicar protección solar todos los días del año, especialmente si se realizan actividades al aire libre o en días muy soleados del invierno. Es recomendable usar una crema protectora factor 50 en este tipo de días, rebajando la intensidad hasta el factor 30 en días menos soleados o en los que no se realicen actividades al aire libre.
Los labios y las manos son dos partes del cuerpo sensibles al frío y que mayor exposición sufren. Para evitar dañar estas partes, es recomendable el uso de cacao en los labios, mientras que en las manos es conveniente usar cremas hidratantes recurrentemente, especialmente en la zona de los nudillos.
La dieta es otro de los factores que más puede contribuir a qué las condiciones exteriores no empeoren los síntomas de las enfermedades dermatológicas crónicas. Beber suficiente agua ayuda a las células a completar adecuadamente su proceso natural de renovación. Además, incluir alimentos ricos en antioxidantes, ácidos grasos omega-3 y vitaminas A,C y E mejorarán la protección y la reparación de la piel.
Finalmente, es recomendable acudir a un dermatólogo en el momento en el que se experimente un empeoramiento de los síntomas o se sufra un brote de cualquier enfermedad dermatológica.