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Del tubo de escape a los pulmones

La contaminación del aire causa unas siete millones de muertes prematuras al año.

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Del tubo de escape a los pulmones

Por Andrea Rivero

15 de marzo de 2022

No son pocas las veces que las personas que viven en las grandes ciudades salen a la calle y se encuentran con un cielo amarronado y tupido. La contaminación atmosférica es parte de la dinámica de las urbes y, por ende, de sus ciudadanos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire causa unas siete millones de muertes prematuras al año.

Una exposición prolongada a los contaminantes del aire puede tener consecuencias negativas para la salud. Infartos de miocardio, cáncer de pulmón, alergias, alteraciones del sistema inmune, infecciones respiratorias e, incluso, problemas dermatológicos son las enfermedades que causa la polución. Y, aunque siempre se piensa que esto no tocará de cerca, desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) indican que un 36% de las muertes por cáncer de pulmón están asociadas a la contaminación ambiental. Alrededor de 265.000 muertes anuales.

El peligro de las micropartículas
Los contaminantes atmosféricos más perjudiciales son las partículas en suspensión (PM). Por lo general, están compuestas por una serie de sustancias como sulfatos, compuestos orgánicos y metales, nitratos y carbono. Se clasifican según su diámetro de PM10 a PM2.5, siendo las más pequeñas las que tienen una mayor capacidad de penetración en el organismo.

Todas estas partículas pueden provenir tanto de fuentes naturales, por ejemplo, los incendios o las emisiones volcánicas, hasta de fuentes humanas, como las procedentes del transporte o las actividades industriales. Según Cristina Martínez, neumóloga y coordinadora del área de Medio Ambiente de SEPAR, “la contaminación atmosférica en las ciudades proviene principalmente del tráfico. Estos contaminantes que van a la atmósfera son dióxidos nitrosos fundamentalmente y en zonas más soleadas se puede producir un contaminante secundario por reacción de los óxidos nitrosos con la luz solar”.

Grupos de riesgo
Cuando los niveles de contaminación son elevados las personas que sufren enfermedades crónicas respiratorias lo notan. Martínez indica que estos pacientes pueden notar un agravamiento de los síntomas de su enfermedad y agudizaciones y, en estos días, “usar mascarillas ahora que están en nuestra vida diaria sería ideal para protegerse”. Pero esto no es solo cosa de pacientes, las personas sin padecimientos previos también perciben la contaminación, “picor de ojos y de nariz, un poco más de carraspera de garganta o de sequedad y una tosecilla irritativa”.

Los grupos más vulnerables siempre son los ancianos y los niños. De acuerdo con la neumóloga “se recomienda que los niños no jueguen en parques que estén cerca de carreteras con un alto índice de tráfico. También debería evitarse hacer ejercicio al aire libre ya que se respira un mayor número de veces por minuto y, por lo tanto, se introduce más aire y más contaminantes”.

Pero no todo son malas noticias. La contaminación del aire en España ha mejorado significativamente en la última década. Según datos de Ecologistas en Acción el uso de las energías renovables ha aumentado un 40% y el consumo de los combustibles fósiles se ha reducido un 13%. Aun teniendo todos estos datos en la cabeza no hay que perder de vista la realidad actual, en 2020 un 88% de la población respiró aire contaminado.



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