Por Santiago Melo
1 de agosto de 2025Con la llegada del verano, la exposición solar prolongada se convierte en uno de los principales factores de riesgo para la salud capilar. Según especialistas del Hospital Capilar de Madrid, la radiación ultravioleta (UV) altera la estructura de la cutícula del cabello, provocando que pierda su capacidad de retener agua. Esto da lugar a un pelo más seco, frágil y quebradizo.
Además, el sol oxida tanto el color natural como el teñido, apagando el brillo y modificando el tono del cabello. Sumado a ello, la radiación y el contacto con el cloro de la piscina o la sal del mar incrementan la posibilidad de rotura y puntas abiertas, dejando una apariencia poco saludable.
El cuero cabelludo tampoco está libre de riesgos. La exposición directa al sol puede provocar quemaduras y pequeñas heridas, especialmente en zonas con poco cabello o pelo muy fino. Con el tiempo, la inflamación causada por la radiación UV puede alterar el equilibrio del folículo y contribuir a una caída más intensa. “La exposición solar excesiva, en ningún caso va a ocasionar alopecia, pero sí puede acelerar la caída del cabello debido al estrés oxidativo acumulado sobre el folículo piloso”, advierte la doctora María Caggiano, especialista de Hospital Capilar.
Para evitar estos daños, los dermatólogos recomiendan medidas sencillas pero eficaces: cubrir la cabeza con gorros o pañuelos durante las horas de máxima radiación, aclarar el cabello tras el baño en mar o piscina y mantener una hidratación intensiva con mascarillas o aceites nutritivos. Otra opción son los fotoprotectores capilares en spray, que deben contar con filtros UVA y UVB, ser resistentes al agua y contener antioxidantes que protejan la fibra capilar sin dejar residuos pesados.
“La barrera física sigue siendo la protección más eficaz”, recuerda la doctora María Caggiano, quien insiste en que los productos de protección capilar deben adaptarse al tipo de cabello y al estado del cuero cabelludo para ser realmente efectivos.