Por Lucía de Mingo
1 de julio de 2022Nadie se imagina un verano sin piscina y, aunque algunas ya utilizan sal, muchas siguen usando el cloro para mantener el agua en las condiciones óptimas para el baño. Pero ¿sabemos realmente cómo afecta a nuestra piel el cloro?
Este desconocido químico impide la proliferación de bacterias, pero también supone una gran amenaza para nuestra salud dérmica, es decir, para la salud de nuestra piel. La dermatóloga Ana Molina señala que el cloro es un irritante de la piel, pero no un alérgeno. Muchas personas piensan que, al tener reacciones cutáneas cuando se meten en la piscina, tienen alergia a este componente. No obstante, la alergia al cloro, que se manifiesta como una dermatitis alérgica de contacto, es poco frecuente. “Lo que suele ocurrir es una propensión a una piel sensible o atópica que hace que se desarrolle dermatitis cuando se meten en el agua de la piscina”.
En el caso de las personas que tienen piel sensible o atópica “la suma del cloro y de otros factores irritantes contribuye a exacerbar la enfermedad o a hacer que la piel les pique”. Entre los irritantes más comunes se encuentran la humedad continuada, ducharse en exceso o las cloraminas. Las últimas son muy tóxicas e irritantes y se originan en el momento en el que el ácido hipocloroso de los productos de limpieza, usados para higienizar el agua de las piscinas, entra en contacto con compuestos nitrogenados.
Compuestos nitrogenados
Estos compuestos se encuentran en el sudor y la orina. Según revela un estudio realizado por científicos de la Universidad de Alberta, el 40% de los adultos reconoce haber miccionado en la piscina en alguna ocasión.
Esta investigación saca a la luz que en cada una de las piscinas olímpicas analizadas se encontraron 225 litros de orina de media. Por ello, cuando se acude a la piscina y huele mucho a cloro no es que haya un exceso de cloración. Este olor a cloramina está indicando que lo que hace falta es que se higienice el agua porque tiene una alta cantidad de estos compuestos.
Cómo protegernos
Molina afirma que para protegernos antes de estar en contacto con el cloro es esencial el uso de cremas barrera, sobre todo para las personas con piel atópica. “Forman una película protectora en la piel que evita que los irritantes dañen tanto”. Una vez hemos tenido contacto con el cloro recomienda una buena ducha y el uso de jabones con un pH similar al de la piel, bajos en detergentes o muy poco alcalinos para que limpien, pero no resequen la piel.
También considera como una buena opción los óleo geles, jabones de ducha que llevan incorporados emolientes, principalmente aceites. “Esa mezcla de aceite con jabón hace que limpiemos e hidratemos nuestra piel”. Además, hace hincapié en lo importante que es no abusar de la temperatura del agua, lo mejor es darse duchas de agua templada que no quiten la grasa protectora de nuestra piel. Por último, es esencial la aplicación posterior de cremas hidratantes tipo pomada que restauren bien la barrera lipídica.
El cloro puede desatar brotes de dermatitis atópica, provocar picor… De cara a la población infantil, los niños suelen tener una piel mucho más sensible, con una barrera lipídica aún inmadura y poco formada que reacciona más al cloro y a otras sustancias que se añaden para desinfectar el agua. Por ello, Molina recalca que, tanto para los pacientes con patologías como la dermatitis atópica o la psoriasis, como para la población general la clave reside en tener en cuenta la suma de los irritantes. “Si simplemente te expones al cloro o a las cloraminas de forma aislada, no pasa nada, el problema viene cuando sumas muchos irritantes”.