Avispas y abejas: cómo diferenciar sus picaduras

Llega el verano, y con él, las molestas picaduras de abejas y avispas. Parecen similares, pero son diferentes especies y sus picaduras también, por lo que es clave saber “qué bicho nos ha picado, porque cuando sabemos qué tipo de insecto es, podremos aplicar un tratamiento u otro”, explica Roger Vila, responsable técnico de Bionet, empresa asociada a Anecpla, Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental.

Abejas y avispas provocan picaduras dolorosas, pero no es la única consecuencia. Pueden generar un shock anafiláctico en caso de que la persona sufra alergia a su veneno, de ahí la importancia de conocer el tipo de insecto al que nos enfrentamos.  

Cuando hablamos de abejas y avispas, hablamos en ambos casos de insectos artrópodos, de la familia de los himenópteros, pero la primera diferencia que encontramos es en cuanto a su aspecto: “Las abejas tienen el cuerpo más redondeado y son amarronadas, además de peludas. Generalmente cuando pican, mueren, porque su aguijón, que es serrado, no sale de la piel y con él va parte de su estómago, con lo que, aunque por unos momentos el aguijón sigue bombeando veneno, la abeja muere después de picar”, explica Vila.

La picadura de la abeja es dolorosa, pero solo por unos momentos, y lo más recomendable, asegura el experto, es “no frotar la zona sin haber sacado antes el aguijón, porque de lo contrario podría inflamarse más”. La alergia al veneno de las abejas puede ser mortal “para personas alérgicas a las sustancias que contiene su veneno y si se reciben una enorme cantidad de picaduras”, explica Vila. Pero, lo normal, es observar la zona tras la picadura y, si no se inflama mucho, no hace falta ni acudir al médico, “con aplicar un poco de frío es suficiente”.

Las avispas, por su parte, tienen un cuerpo más alargado y rayas amarillas y negras. Sus cuerpos afilados indican el tipo de picadura que nos van a propinar. Existen dos especies comunes que son las que prevalecen en nuestro país, como son la véspula vulgar y la Polistes. Ambas tienen el mismo modus operandi. Pican cuando se sienten atacadas y lo hacen con un aguijón de forma cilíndrica, es decir, que según entra sale. “Sin embargo, su picadura es mucho más dolorosa que la de la abeja y, si te pica directamente en la vena, puede producir un shock anafiláctico que solo puede ser tratado con adrenalina”, explica el experto en plagas.

Por lo general, la reacción alérgica de la avispa produce inflamación de la zona, “más o menos grande, dependiendo de la persona, y lo mejor siempre es observar los síntomas. Si se inflama mucho o se queda en una inflamación moderada”. De acuerdo con Vila, también hay que observar síntomas raros como si, “por ejemplo, te ha picado en el brazo izquierdo y notas que se te duermen los dedos de la mano derecha. Eso puede ser síntoma de anafilaxia y hay que acudir inmediatamente al médico”. La prevención en caso de ser alérgico en ambos casos es clave. No caminar por zonas de flores en épocas de calor, ni vestir colores llamativos, “porque tanto avispas como abejas se ven atraídas por estos tonos y por las flores”. En caso de compartir espacio con alguna de estas especies, hay que intentar ahuyentarlas dando manotazos despacio, pero sin enfadarlas, porque la picadura es su mecanismo de defensa principal. “Pican porque se sienten atacadas”, asegura Vila.

Pero ¿qué hacemos si no se pude evitar la picadura de cualquiera de estos insectos? Aplicar frío en la zona es lo más eficaz y, en casos más graves, con mucha hinchazón y dolor, “acudir al médico para que aplique antihistamínicos y corticoides orales, intravenosos o en crema, lo que vea necesario el especialista”, concluye Vila.

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