logo_medicina
Síguenos

Advierten del peligro de chupar las cabezas de las gambas

Esta parte del crustáceo puede contener cadmio, mercurio y toxinas ambientales

Compartir
Advierten del peligro de chupar las cabezas de las gambas

Por Virginia Delgado

23 de diciembre de 2024

Los mariscos, como las gambas y los langostinos, son una rica fuente de selenio, zinc y yodo, minerales esenciales para funciones antioxidantes, inmunitarias y tiroideas. Además, aportan beneficios para la salud cardiovascular y neurológica, gracias a que contienen vitamina B12 y omega-3. Sin embargo, es importante saber cómo consumirlas.

Mientras que la carne del cuerpo de estos crustáceos es muy nutritiva, sus cabezas pueden ser perjudiciales, ya que allí se concentran metales pesados, como cadmio y mercurio, además de toxinas ambientales.  

Expertos como Andrea Calderón, profesora de Nutrición de la Universidad Europea, han advertido de posibles riesgos y han recordado que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) recomienda, desde 2011, evitar chupar las cabezas. “Una gran concentración de estos metales supondría un riesgo para la salud a largo plazo. Podría dar lugar a daños en órganos como los riñones y el hígado, así como aumentar la fragilidad ósea”, han señalado en un comunicado de la Universidad Europea. También, han recalcado que los más vulnerables son los niños, las embarazadas y las personas con enfermedades renales.

Para reducir la concentración de cadmio, los expertos recomiendan hervir las gambas y los langostinos. “Esta práctica ayuda a que parte del metal se disuelva en el agua, mientras que cocinarlas a la plancha puede concentrar grasas y, con ellas, sustancias liposolubles, incluidos algunos contaminantes”, han subrayado. 



Te puede interesar
espana-datos-viruela-mono-aumento
España registra 67 nuevos casos de viruela del mono en una semana
semergen-sefac-congreso-nacional
Semergen y SEFAC inauguran la VI edición del Congreso Nacional Médico-Farmacéutico
cromosoma-hombres-cancer
La pérdida del cromosoma “Y”, responsable de que el cáncer sea más agresivo en los hombres