Por Pedro Martínez
4 de diciembre de 2024Pepi Martínez es profesora de latín y griego en un instituto público y, como más de un millón y medio de españoles, es usuaria de la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado (Muface). Al principio del mes de octubre, tras una serie de pruebas médicas, Pepi fue diagnosticada con un linfoma y, en la actualidad, se encuentra a la espera de recibir un tratamiento para luchar contra el cáncer. Sin embargo, la incertidumbre que rodea a la continuidad del servicio de Muface la tiene en un estado de angustia. ‘‘No me imaginé nunca que esta intranquilidad se convertiría en verdadera angustia y terror cuando leí las primeras noticias de negociaciones entre Gobierno y aseguradoras’’.
Pepi lleva todo su ejercicio docente estando asegurada con Adeslas, a través de Muface. La espera de Pepi para un tratamiento pasa por la realización constante de más pruebas que ayuden a los profesionales a ‘‘ponerle apellidos a la enfermedad, determinar el grado, ver si es más o menos agresivo, saber qué tipo de tratamiento me pondrán o si habrá para mí algún ensayo clínico’’, asegura la profesora.
La espera de esta profesora que reside en Ciudad Real se estaba convirtiendo en ‘‘un método para convertir mi miedo en fortaleza’’, proceso que se vio interrumpido cuando, al igual que todos los mutualistas de Adeslas, recibió un correo en el que la compañía aseguraba dejar de prestar servicio el próximo 31 de enero. Esta situación deja en el limbo a muchos funcionarios que, como Pepi, están a la espera para recibir un tratamiento o personas con enfermedades crónicas que temen que sus casos se alarguen mucho en el tiempo sin tener ninguna solución firme.
La carta dejó a Pepi ‘‘abandonada’’, sin saber cuándo, ni por qué medios accederá a su tratamiento para comenzar su lucha contra el cáncer. ‘‘Fui consciente de una realidad que me paralizó de miedo pues, en esa fecha, estaré en medio de un tratamiento contra el cáncer, que por lo que sé y he vivido en mi familia, es muy duro física y mentalmente’’. Además, añade que ‘‘solo pensar qué va a pasar conmigo a partir del 31 de enero me angustia sobremanera, pero me angustia también pensar que, en tan poco tiempo, aun no tengo los resultados completos, este proceso se pueda demorar más para que el tratamiento lo comience ya en la Seguridad Social, una espera que mi mente no podría ya soportar’’.
Poniendo la vista en los próximos meses, la profesora asegura que ‘‘solamente pensar en la burocracia que deberemos de soportar en el estado en el que nos encontramos es cruel, el hecho de cambiar de médico o tratamiento en estos procesos también lo es’’.
Por el momento, la continuidad de Muface sigue en el aire. Hoy, miércoles 4, termina el plazo para que las aseguradoras den una cifra al Ministerio de Función Pública por la que estarían dispuestos a seguir ofreciendo el servicio y Asisa es la única que, por el momento, ya ha confirmado que la dará mostrando una “voluntad de acuerdo” para renovar el concierto. Unas negociaciones cuyos principales perjudicados son los mutualistas, que pueden verse en medio de procesos médicos como Pepi.