Por Carlos Rus, presidente de ASPE
16 de enero de 2025En los próximos 15 años, aproximadamente 2,8 millones de pacientes que utilizan exclusivamente la sanidad privada para sus consultas de especialistas podrían quedarse sin atención especializada si no se toman medidas para reemplazar, al ritmo necesario, al 40% de los médicos que se habrán jubilado de aquí a 2040. La sanidad pública tampoco será una solución eficaz para estos casi 3 millones de personas, ya que el problema de escasez de profesionales afecta de manera estructural a todo el Sistema Nacional de Salud y las listas de espera que acarrea el circuito público no facilitan que este pueda absorber la alta demanda que se prevé, con una población altamente envejecida. El tiempo de hacer una planificación conjunta de los Recursos Humanos a medio y largo plazo es ahora. En caso de no hacerlo, las consecuencias pueden ser devastadoras para el sistema y para los pacientes.
Formar a un médico especialista es un proceso largo y costoso, que requiere años de inversión tanto en términos de tiempo como de recursos. Aunque se estén ampliando las plazas de las facultades de Medicina, así como en la formación MIR, las cuentas no salen; principalmente en especialidades como Cirugía Ortopédica y Traumatología, que perderá más de 1000 médicos en 15 años, en Ginecología y Obstetricia, que tendrá casi 900 profesionales menos, y en Anestesiología y Reanimación, que perderá 830 especialistas.
Estas son las especialidades que sufrirán más severamente la jubilación de los profesionales en la sanidad privada; sin embargo, en total nos enfrentamos a la necesidad de reemplazar a 9.725 médicos. Y esto, sin contar que la demanda de servicios asistenciales se incrementará aún más en los próximos años debido al envejecimiento de la población, lo que exigirá una cantidad significativamente mayor de profesionales para atender las crecientes necesidades de una sociedad que cada vez demandará más cuidados médicos especializados.
Si no se toman medidas ahora para prever y mitigar este impacto, nos arriesgamos a enfrentar un colapso en la capacidad del sistema de salud para atender a la población. Esto no solo resultaría en tiempos de espera más largos y una reducción en la calidad de la atención, sino que también podría sobrecargar a los médicos que queden, llevándolos al agotamiento y a un mayor abandono de la profesión o buscando nuevos mercados.
Para paliar este previsible y duro impacto, a medida que España avanza en la formación de más médicos para hacer frente a la creciente demanda sanitaria, es imprescindible que agilicemos los procesos de homologación para especialistas extracomunitarios.
Estos profesionales, con una vasta experiencia y formación en sus países de origen, representan un recurso de enorme valor que debemos aprovechar. Sin embargo, los largos y complejos procedimientos actuales de homologación no solo retrasan su integración en el mercado laboral, sino que también desaprovechan su potencial en un momento en que cada médico es esencial. Acelerar y simplificar estos procesos permitiría no solo reforzar rápidamente nuestras filas de especialistas, sino también enriquecer el sistema sanitario con nuevas perspectivas y habilidades, asegurando así una atención más accesible y de mayor calidad para todos.
Asimismo, llevamos tiempo hablando de la necesidad de establecer programas de reespecialización médica, como solución estratégica para dotar al sistema sanitario de la flexibilidad necesaria para adaptarse a las cambiantes necesidades de atención. En un entorno donde ciertas especialidades enfrentan una escasez crítica de profesionales, permitir que médicos en ejercicio amplíen o cambien su campo de especialización ofrecería una vía rápida y eficiente para cubrir vacantes en áreas de alta demanda. La implementación de esta medida, junto con incentivos adecuados, podría ser clave para mantener la sostenibilidad y la capacidad de respuesta de la sanidad en los próximos años.
La sanidad privada sigue proponiendo diversas soluciones eficaces a las administraciones públicas, como integrar en mayor medida al sector en los programas de formación MIR, sin embargo, todas pasan por la decisión de nuestras instituciones públicas. Esperemos que no lleguen tarde.