Violencia contra médicos y enfermeros

Los enfermeros y los médicos ya vienen golpeados desde casa. Los horarios, las retribuciones económicas, las ansiedades, los problemas profesionales… circunstancias que también suelen conocer y sufrir los enfermos. Pero, curiosamente, mientras no se ha dado el caso de un médico o un enfermero que golpee o insulte a un paciente, cada día son mayores los números de casos de pacientes que atacan al personal que le atiende. Y no es que esté dando ideas para que los médicos comiencen a maltratar a sus pacientes para equilibrar de manera bárbara la situación, sino para exponer lo absurdo de una reacción, que es tan irracional como estar con dificultades de movimiento y respiración, dentro del agua, y atacar y golpear al del equipo de salvamento que acude en tu ayuda.

Los médicos y los enfermeros -como los filatélicos, los agrimensores y los músicos- son seres humanos con virtudes y vicios, como todo el mundo. No son santos, por supuesto, pero superan -y lo tenemos comprobado- la entrega a su labor, mucho más allá de lo que se suele denominar “cumplimiento del deber”. No obstante, puede haber desidiosos, ásperos y equivocados, pero también existen cauces para la protesta, desde la más inane, que es solicitar un cambio, hasta formalizar una protesta por las vías legales y administrativas. Ahora bien, ponerse a golpear como protesta es una salvajada recriminable, y que merecería una responsabilidad pecuniaria, de la misma manera que se multa al violento que conduce a más velocidad de la permitida. Ya decía Maquiavelo que un hombre puede olvidar quién ha matado a su padre, pero nunca se le olvidará quién le ha quitado dinero. Los expertos dicen que las multas por esceso de velocidad salvan vidas. Nos conformaríamos con que las multas por exceso de mal genio rebajasen el número de agresiones violentas.