Por Juan Abarca, presidente de HM Hospitales
15 de septiembre de 2025Estoy aquí en la costa este de EEUU -ya voy dando pistas de dónde vamos a firmar nuestro acuerdo-, a las 3 am para tratar de no cambiar mucho el bioritmo vital, porque volvemos mañana por la tarde, y estaba dándole vueltas a todo esto que está tan de moda de trabajar lo menos posible.
Yo lo tengo claro y esto va para los más jóvenes y entiendo que hay mucha gente que a lo mejor no está de acuerdo, e incluso esta en contra. Pero es lo que yo he vivido ahora que me voy haciendo mayor.
El éxito personal y la satisfacción tienen relación directa con ese intangible que es acercarnos lo máximo posible a la felicidad puede beber de varias fuentes: talento, la suerte o incluso la cuna. Pero hay una verdad incuestionable: sin trabajo, ninguno de esos factores conduce a nada verdaderamente productivo, valioso o satisfactorio.
Porque:
Si tienes las tres cosas y además trabajas todo está garantizado pero la mayoría de las personas no nacemos con ventajas extraordinarias. Y precisamente por eso, el trabajo es el gran igualador: quien se esfuerza, persevera y no se rinde siempre puede sentirse orgulloso de lo que consigue. Y esa satisfacción íntima es, en sí misma, un éxito mayor que cualquier privilegio heredado.
Por eso me inquieta tanto el mensaje de quienes promueven la reducción sistemática del esfuerzo, como si trabajar menos fuera el camino hacia una vida más plena. No lo es. Ellos mismos llegaron donde están porque trabajaron mucho más de lo que ahora predican.
Su discurso no garantiza el progreso, sino la dependencia de otros, el fracaso individual y el riesgo de sembrar la falta de ambición en las nuevas generaciones.
Lo siento, pero un país si sus individuos no se esfuerzan y trabajan lo que necesita no avanza, ni puede progresar.
Y no nos engañemos: no se quiere más a los hijos por pasar más horas junto a ellos, ni ellos nos querrán más por vernos más tiempo pero con menos ejemplo. Lo que realmente admiran los hijos es el legado del esfuerzo, la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, y la seguridad de que todo lo que tenemos ha sido fruto de luchar por ello.
En definitiva, el éxito no está en tenerlo fácil, sino en conquistar lo difícil con trabajo.
No sé, debe ser el jet lag que me ha hecho ponerme filosófico pero dadle una vuelta a ver qué os parece y qué pensáis vosotros.