Por Clara Bravo
30 de diciembre de 2024Aunque la gente no se lo cree, soy muy tímida, y no me atrevía a escribir sobre esa barbaridad española de tomar 12 uvas en 12 segundos, y tragarlas, sin apenas masticar. Por eso mismo, quiero felicitar a la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (Seorl-CCC) que se ha atrevido a advertir que tomar alimentos sin masticar pueda ocasionar atragantamientos y asfixia, y advierte que debería prohibirse a los niños menores de cinco años. ¡Vivan los otorrinolaringólogos responsables!
Está costumbre nació de la inteligente habilidad de los viticultores alicantinos que, hacia finales del siglo XIX un principios del XX, vieron que la uva de mesa exquisita que se cultiva en aquellas tierras, apenas de vendía. Y, entonces, inventaron las uvas de la suerte, con tanta suerte, que ya es una costumbre arraigada que exportamos a Perú, Chile, Venezuela y Ecuador.
Como, además de ser tímida, soy algo supersticiosa, todos los años tomo las uvas con miedo y escaso placer. De niña, porque me atragantaba; de joven, porque te dan unos besos que te dejan en las mejillas restos de uva sin masticar; y, de madura, porque me censuro a mí misma no tener la valentía de renunciar a hacer algo que no me gusta, y que no les va a perjudicar a los viticultores alicantinos, gracias al ingenio de sus antepasados.
Por todo ello, la Sociedad Española de Otorrinolaringología pasa a formar parte del escaso rincón de mis admiraciones. ¡Gracias!