Por Luis del Val
31 de mayo de 2024La edad en la que te dan de baja en el Registro Civil, y tu familia y los amigos se reúnen en un tanatorio, no se debe sólo y exclusivamente a si fumas o no, sino a la herencia genética, el cuidado que hayas tenido en la alimentación, etcétera. Pues bien, si una persona por sus genes, un exquisito cuidado alimenticio, un riguroso uso de la medicina preventiva, etcétera, el algoritmo de esos datos nos dice que fallecerá a los 76 años, si es fumador, su despedida de este valle de lágrimas tendrá lugar a los 66. O sea, si a usted no le importa vivir 10 años menos y considera, por ejemplo, que debe ser muy aburrido llegar a cumplir los 82 años, no se aparte de los cigarrillos, que no tendrá tiempo de aburrirse, porque habrá fallecido a los 72.
Lo de morir 10 años antes no es un estudio sociológico llevado a cabo por el señor Tezanos, que siempre se equivoca, sino estadísticas rigurosas de las que se extrae un promedio. Eso significa que habrá personas que morirán por culpa del tabaco sólo siete años antes, y, otras, con menos suerte, vivirán trece años menos, según la media estadounidense.
Sí, en efecto, hay fumadores longevos, pero son raros. También existen las mujeres barbudas. Lo dice un fumador que dejó de fumar el siglo pasado, y que tenía que haberlo hecho antes. Y no estoy por la prohibición, porque igual sucede como con la Ley Seca, la época en que más alcohol se bebió en Estados Unidos.
¡Ah! Y suerte a los fumadores. Si sus genes y modos de vida les garantizan una existencia hasta los 78 años, ya saben que, al cumplir los 67, les quedarán doce meses largos para preparar la despedida.
Y, a todos, Feliz Día Mundial Sin Tabaco. Y prolónguelo… si puede.