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El poder de las palabras

La búsqueda de términos claros, precisos y empáticos capaces de informar sin causar daño

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El poder de las palabras
Foto de Sven Brandsma en Unsplash

Por Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable

3 de noviembre de 2025

En el ámbito de la medicina oncológica es común recurrir a un lenguaje bélico para describir la experiencia de los pacientes con cáncer, una metáfora dominante que habla de “luchas”, “batallas” y “guerras” internas. Este modo de expresión, aunque muy arraigado socialmente, tiene connotaciones que van más allá de lo meramente narrativo, afectando la percepción del paciente, el enfoque terapéutico y la comunicación médica. 

La mayoría del lenguaje bélico oncológico está compuesto por palabras llanas, tales como “batalla”, “enemigo”, “escudo” o “soldado”. Estas palabras, simples y directas, sirven para construir una narrativa que puede resultar poderosa y motivadora para algunos, al imaginarse al cáncer como un adversario contra el que se debe pelear con valentía. Sin embargo, esta simplificación puede ser problemática, ya que impone una expectativa de combate que no todos los pacientes comparten o pueden cumplir, y puede generar sentimientos de culpa, miedo o fracaso en quienes no “ganan” la supuesta guerra.

Además, el discurso científico suele enriquecerse con palabras esdrújulas, que aportan un tono formal y preciso al texto médico. Términos como “diagnóstico”, “célula” o “metástasis” confieren a los textos una calidad científica que ayuda a distanciar la explicación del cáncer de cualquier connotación emocional o literaria. 

Wittgenstein y su defensa del lenguaje 

El filósofo Ludwig Wittgenstein, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, dedicó gran parte de su obra a analizar el lenguaje como la condición esencial para el pensamiento y la comunicación humana. En su célebre obra “Tractatus Logico-Philosophicus” explica que el lenguaje delimita lo que puede ser conocido y expresado. Según Wittgenstein, entender el lenguaje como un conjunto de reglas y estructuras es clave para evitar confusiones y errores conceptuales.

En el contexto del cáncer esto se traduce en la necesidad de ser precisos con el lenguaje empleado, reconociendo que las metáforas bélicas, al añadir una carga ideológica y emocional, pueden desviar la atención de lo que realmente es el proceso médico y la experiencia del paciente. Wittgenstein no aboga por eliminar el lenguaje poético o metafórico en sí, pero sí por ser conscientes de sus límites y aplicaciones para evitar malentendidos o perjuicios.

Por su parte, la escritora y ensayista estadounidense Susan Sontag fue una crítica importante del uso de las metáforas militares y otras figuras del lenguaje en la medicina, especialmente aplicada al cáncer. En su obra “La enfermedad y sus metáforas” (1978), Sontag analiza cómo estas metáforas conceptualizan la enfermedad como una batalla que el paciente debe ganar, con implicaciones negativas como la culpa, el estigma y la desinformación.

Sontag sostiene que las metáforas “matan” porque “añaden más dolor al sufrimiento de los pacientes”, desviando la atención de la enfermedad como fenómeno biológico y social. Propone una visión más directa y descriptiva de la enfermedad que reduzca la carga simbólica y permita una comprensión más clara y empática. Su reflexión ha trascendido y sigue influyendo tanto en el ámbito médico como en la cultura general y la comunicación pública sobre la salud.

El debate del lenguaje médico bélico en la política española

En España este debate ha llegado recientemente a las instituciones políticas. En octubre de 2025 el Congreso de los Diputados aprobó una proposición no de ley para promover un uso más responsable, empático y riguroso del lenguaje en torno al cáncer. La iniciativa, presentada por el PSOE, busca desterrar metáforas bélicas y discursos culpabilizadores o estigmatizantes en la comunicación pública, institucional y mediática.

La diputada Isaura Leal defendió que en cáncer “no hay batalla que librar, no hay vencedores ni vencidos, no hay débiles ni fuertes”, y que es esencial abandonar expresiones que cargan a los pacientes con responsabilidades que no les corresponden. La propuesta ha contado con amplia mayoría, aunque también ha generado polémica y debates en medios y entre figuras públicas, reflejando la sensibilidad y complejidad del tema.

En definitiva, el lenguaje médico bélico en oncología es un fenómeno con una fuerte presencia cultural y comunicativa que influye en la vivencia y manejo del cáncer. Sin embargo, su empleo no está exento de críticas éticas y comunicativas, que nos invitan a reflexionar sobre el poder y los límites del lenguaje. 

Quizás, solo quizás, el desafío esté en construir un lenguaje médico que sea claro, preciso y empático, capaz de informar sin causar daño, y que respete tanto las necesidades científicas como las emocionales de los pacientes y sus familias.



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