Por El sobrino de Hipócrates
14 de enero de 2024En Madrid, durante los últimos meses, se ha sometido a los gerentes de los hospitales a una especie de caza de brujas, con juicios de pasillo y comentarios despectivos en reuniones de alta dirección.
Se han manejado listas de “señalados” que en su día coincidieron, en SEDISA o en cualquier lugar, con quien decía tener plenos poderes para cesarlos, nombrarlos o amenazarlos para conseguir sus caprichosos objetivos. No pasó mucho tiempo, demasiado si se ven las consecuencias de haberlo nombrado, para que fuera cesado, sin que a día de hoy se conozcan las verdaderas causas de prescindir de aquel que se decía consejero en la sombra de la sanidad madrileña y que como tal ejerció el tiempo que le dejaron.
Esto que tensionó la sanidad madrileña y los ceses de gerentes en hospitales de Madrid que se pueden conocer en los próximos días, pone de manifiesto la dificultad del trabajo de los gerentes en los centros hospitalarios que deben soportar las dificultades de gestionar centros de organizaciones rígidas obligadas a flexibilizarse ante la demanda, con presupuesto inicial muy limitado y un gasto impredecible, con la presión de profesionales y pacientes en un sistema de exigencia absoluta y muchas veces con poca complicidad por parte de los políticos, que no pueden reconocer la etiología real de los problemas que afectan a nuestra sanidad, culpabilizándoles de situaciones a las que no pueden más que aplicar medidas de atrezo, que no molesten ni abran debates indeseados.
En Andalucía también llevan meses cesando a cargos y gerentes en un afán de reorganizar (palabra que todos utilizan cuando pretenden esquivar las razones por la que son cesados) un sistema que lo que realmente necesita son buenos gestores que puedan hacer posible que tengamos la mejor sanidad de nuestro entorno. Valoremos resultados y a quienes los consiguieron, mucho antes que querer tapar con ceses, reivindicaciones sindicales imposibles, incidentes puntuales o fotografías mediáticas e intencionadas en X (antiguo Twitter). Rodearse de personas de confianza no hay que confundirlo con rodearse de halagadores que siempre digan que sí. La gestión requiere lealtad para cumplir con unos objetivos políticos, pero nunca la sumisión de quien está atado, sin la libertad de poder optar a algo más allá del cargo público en el que le quieran colocar.
Y también en eso debemos pararnos, ¿qué hacen los cesados? ¿Es ético que busquen acomodo en el sector al amparo de empresas con las que han firmado contratos y de la mano de los que mandan desde la política? ¿O vamos a normalizar las puertas giratorias?
