Por Peter BABEL
10 de julio de 2024Si bajamos la guardia y nos descuidamos, cada día tendremos más casos de dengue, o fiebre del Nilo, como si esto fuera Egipto, o viviéramos en el Caribe.
En Sevilla, por ejemplo, se calcula que las últimas lluvias, el aumento del cultivo del arroz y las altas temperaturas, son los culpables de un aumento de la población de mosquitos insólita. Se calcula que hay una plaga de 100.000 mosquitos, por lo que es difícil que no te pique uno. Si se trata del mosquito común no pasa nada: será un mosquito hembra, que necesita nuestra sangre y, cuando está ya llena, se retira a descansar, dos o tres días, para descansar y poner los huevos. Su ataque nos deja una pequeña ampolla y la molestia consiguiente, pero no se olvide que los mosquitos causan un millón de muertes al año. Los tiburones por ejemplo, que todo el mundo sabe que tienen un tamaño mucho mayor -y poseen unos dientes feroces y terribles- no causan más de 10 muertes al año. Es probable que los 100.000 mosquitos que se han concentrado en Sevilla no abulten tanto como un ejemplar de tiburón, pero son muy dañinos.
El principal problema es la dificultad para conocer si la picadura que acabamos de sufrir es de un mosquito común o se trata de un mosquito tropical. El mosquito no es muy sociable, es muy difícil de localizar y, en caso de ser localizado, los seres humanos tenemos la costumbre de aplastarlo. Sólo un entomólogo, en caso de tener acceso al ejemplar, vivo o muerto, pueden distinguir su peligrosidad. Lo que sí sabemos es que el número de enfermedades, causadas por picaduras de mosquito, aumentan de año en año.
En Sevilla quieren arreglar el problema discutiendo si la culpa la tiene la Diputación Provincial o la Junta de Andalucía. Mientras tanto, el mosquito -ajeno a las pérdidas de tiempo los políticos- sigue picando las 24 horas del día hasta que no le quepa más sangre nuestra en su diminuto cuerpo. Chiquito, pero matón.