Por Peter BABEL
13 de octubre de 2025Parece demostrado que ni el cáncer, ni las caderas con osteoporosis, ni la diabetes, ni la anemia, ni la depresión, ni la hepatitis, ni ninguna de las enfermedades conocidas es sensible a los idiomas. Los médicos saben que la insuficiencia renal de un húngaro no tiene ninguna relación con su idioma, y que una fractura de húmero de un inglés no se cura, mejor o peor, si su médico es de Cádiz y le habla en castellano.
A pesar de esta evidencia racional, los separatistas catalanes, bien cuando gobiernan la autonomía, bien cuando tienen criados de otros partidos que obedecen y llevan a cabo sus consignas, están convencidos de lo contrario, y exigen que, un médico excelente, para revalidar esa excelencia en Cataluña, tiene que hablar catalán, aunque ejerza en una clínica de Sitges, y la mayoría de sus pacientes sean alemanes, británicos o franceses.
Esta empecinada equivocación ya está dando sus frutos. Hasta hace unos años, los médicos que superaban con notas excelentes las pruebas de MIR -casi uno de cada tres- elegía destino en los hospitales de Cataluña. Ya no es así, y cada vez son más los que prefieren otras autonomías, siendo Valencia la región preferida, porque a los médicos con notas excelentes no les exigen que hablen valenciano, ni que se inscriban como falleros, ni que sepan preparar una paella. Pero no exhiban la lógica, y eviten discusiones con un separatista. No es una ideología, sino un fanatismo, y los fanáticos son al raciocinio, lo que el rosario en familia es a una orgía.